Fotografia de la Pieza  

Toro

androcéfalo

 

 

Arte neosumerio. Sirpula.

Hacia el 2130 a.C.

Original de esteatita negra.

Museo del Louvre. París.

 

Alto: 11, ancho: 14, prof.: 8

 

Zirconio

100 €

 

Mármol-Zirconio

160 €

 

Los sumerios pensaban que el mundo estaba gobernado por los dioses, cuyos poderes estaban personificados por seres míticos que se representaban a menudo por parejas, a fin de simbolizar su equilibrio. Generalmente, monstruosos, se los reproducía ante las puertas y en el mobiliario de los templos, que eran considerados la réplica terrestre del ámbito cósmico de los dioses. Estos seres de personalidad elemental eran a veces terroríficos en tanto que guardianes del templo, y el orden del mundo era concebido de una manera dramática, como consecuencia de combates en el curso de los cuales los dioses habían conquistado su dominio.

Estos combates simbolizaban los momentos críticos del ciclo de las estaciones, perpetuamente renovado año tras año. Estos combates tendían a ser confundidos con los sacrificios que los hombres ofrecían para honrar a los dioses e invitarlos a intervenir asegurando así el orden de la Naturaleza.

El toro era la víctima por excelencia de los sacrificios. Se pensó, hacia el 2800 a.C., en darle una cabeza humana en su función de genio personificando la montaña o la tierra fértil, el mundo de los infiernos donde son depositadas las semillas de vida. El toro androcéfalo se convirtió así en el compañero del Dios-Sol que sale cada mañana de la montaña de los infiernos.

En la época del renacimiento sumerio patrocinado por Gudea, príncipe de Lagash, cuya capital era Girsu, hacia el 2150 a.C., el toro androcéfalo fue asociado al dios de los infiernos Hendursag, dios del fuego. Es por esta razón por lo que se le representa en las lámparas. Se le puso la tiara con varias filas de cuernos, atributo de los dioses, y su rostro expresó la vigilancia, según el ideal de sabiduría y de humanismo de esta época. Su cuerpo estaba horadado por una cavidad destinada a recibir un pequeño vaso en el cual los devotos depositaban una ofrenda al dios-protector de este buen genio.

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