La escritura había nacido en Sumer y en Elam por la necesidad de
anotar las riquezas de las ciudades que se organizaron durante el IV
milenio. Lentamente, durante los siglos siguientes, los escribas, más
dibujantes que escritores, mejoraron este invento. Hacia el 2600, la
escritura estaba suficientemente desarrollada para permitir una
redacción, propiamente dicha, lo cual dio impulso a la primera burocracia
conocida.
Los signos pictográficos comienzan a ser esquemáticos, tomando cada
línea el aspecto de un clavo: la escritura se tornará pronto cuneiforme.
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