Fotografia de la Pieza  

Sello

babilonico

 

 

Mesopotamia (Sumer)

2370 - 2100 a.C.

Época de Agadé

 

Alto: 4, ancho: 10

 

Mármol

15 €

 

Bronce

20 €

 

El griego Herodoto, llamado el Padre de la Historia, narra en sus escritos cómo los babilonios de su época (siglo V a.C.) llevaban todos un sello personal.

Utilizado sobre las tablillas de barro, vendría a ser algo así como la "firma" de su dueño, de forma que los documentos no se legalizaban si no eran sellados por los contratantes. La forma cilíndrica era la más corriente y práctica en estos sellos, pues si no se marcaba bien se podía pasar varias veces hasta imprimir su dibujo característico.

Tallados en gran variedad de formas, materiales y tamaños, abarcaban gran cantidad de temas, si bien uno de los más renombrados es el que hace referencia a la epopeya de Gilgamés, sin duda alguna el más célebre de los héroes asirio-babilonios. Su figura y sus hazañas han sido inmortalizadas por un vasto poema, joya de la literatura babilónica, cuyo título podría interpretarse como «El que ha descubierto la fuente» o «El que lo ha visto todo».

El principal texto que poseemos del poema es el encontrado en la biblioteca de Asurbanipal, en Nínive, que comprende doce cantos de unos 300 versos cada uno. Aunque este texto data del siglo VIII a.C., hay que asignar al poema una fecha mucho más remota, puesto que se conoce un fragmento babilónico de antigüedad no inferior al II milenio.

La figura aquí reproducida muestra, justamente, el tema de este viejo héroe sumerio que aparece en esta ocasión derribando a unos leones.  Frente a él su inseparable amigo Enkidu, con cuernos y patas de bovino.

A pesar de que está incompleta, esta epopeya es uno de los poemas épicos más bellos que ha sobrevivido hasta la actualidad, incluso antes de la aparición de la Iliada de Homero, a la que precede al menos en 1.500 años.

© Taller HORUS