Los babilonios, así como sus vecinos los elamitas, daban a sus pesas
la forma de un grueso pato de piedra.
Los asirios prefirieron realizar sus pesas en bronce, en forma de
león recostado sobre un pedestal rectangular y con un asa que
permitiera su manipulación. Una serie de éstos fue descubierta en
Nínive (British Museum); el más bello procede de Jorsabad (Louvre);
data de finales del siglo VIII. De la misma manera que se inspiraron en
modelos asirios para la decoración de la puerta de Persépolis, los
persas aqueménidas imitaron sus pesas. No tenemos más que un ejemplar,
encontrado por Jacques de Morgan en las excavaciones de la Acrópolis de
Susa. Pesa 121 Kgs.; como sus modelos, tiene un asa sobre su lomo. Pero
contrariamente al nervioso león de Jorsabad, la fiera de Susa refleja
por su estilización más lanzada, el ideal artístico de los persas:
una potencia latente y segura de sí misma. La estilización decorativa
es particularmente sensible en el tratamiento de la melena y de los
ojos. Este magnífico ejemplo de escultura animalista simboliza el
espíritu de una civilización heredera de un inmenso pasado, y sin
embargo rico en originalidad.
Réplicas como ésta fueron realizadas en ocasión de las fiestas de
Persépolis para ser ofrecidas a algunas personalidades. |