Pieza sumeria de gran valor arqueológico, La más antigua
farmacopea proviene de las excavaciones realizadas en Nippur. Este
documento de arcilla, de 16 cm. de largo por 9,5 cm. de ancho y escrito
en caracteres cuneiformes, es verdaderamente el más antiguo manual que
se conoce sobre medicina.
En 1940 el profesor León Legrain, del departamento babilónico,
había emprendido la tarea de traducir la tablilla. Pero la inscripción
estaba redactada en términos tan técnicos y especializados que se
impuso la colaboración de un historiador de las ciencias, y más
particularmente de la química. Así, en 1953 y gracias a la
colaboración de Samuel N. Kramer y Martin Levey, salieron a la luz las
inscripciones de la tablilla.
Este documento demuestra que para componer sus fármacos, el médico
sumerio, lo mismo que su colega actual, recurría al empleo de
sustancias vegetales, animales y minerales. Sus minerales favoritos eran
el cloruro sódico (sal común) y el nitrato potásico (salitre). En
cuanto a los productos animales, utilizaba la leche, la piel de
serpiente, la concha de tortuga... Pero la mayoría de sus remedios
provenían del reino vegetal: plantas como la casia, el mirto, la
asafétida y el tomillo; árboles como la higuera, el peral, el abeto,
el sauce y la palmera de dátiles. Estos remedios se preparaban a partir
del grano, del fruto, de la raíz, de la rama, de la corteza o de la
goma de los vegetales en cuestión, y debía conservarse, igual que hoy
en día, de forma sólida, o sea, en polvo.
Las recetas podían ser también de ungüentos y «filtrados», para
su uso tópico, y de líquidos, para uso interno. La preparación de los
ungüentos consistía en pulverizar uno o varios ingredientes, impregnar
el polvo así obtenido como vino kushumma, y añadir aceite
vegetal ordinario o aceite de cedro a la mezcla. En uno de los remedios,
que incluía como ingrediente la «arcilla de río pulverizada», este
polvo se amasaba con agua y miel, y en lugar de aceite vegetal se
empleaba «aceite de mar» vertido sobre la mezcla.
Del mismo modo que hoy en día, en aquella época se utilizaba un
vehículo para facilitar al paciente la toma del remedio; en Sumer, como
en Egipto, generalmente era la cerveza.
La
tablilla, única fuente de información que poseemos sobre la medicina
sumeria del tercer milenio a.C., sería suficiente por sí sola para
demostrar el notable avance de la misma. Las diversas operaciones y la
variedad de procedimientos a los que se hace alusión en sus
inscripciones, revelan de un modo indirecto que los sumerios poseían
profundos conocimientos en materia de química; aunque el texto omite
indicarnos a qué enfermedades se aplicaban estos remedios, como tampoco
indica la dosificación ni la frecuencia de aplicación de los mismos. |