Karkemish fue una importante ciudad del Oriente Medio que durante
siglos fue nudo de comunicaciones entre la costa mediterránea,
Mesopotamia y el Asia Menor. Sus ruinas se encuentran cerca de la actual
ciudad de Djarablus y formó parte del territorio que los asirios
llamaron Hatti, desde el siglo XII a.C. hasta la anexión a su
Imperio en el siglo VIII a.C. Este país constituía un conjunto de
principados cuyo territorio estuvo sometido anteriormente al Gran Rey,
jefe del Imperio Nuevo Hitita.
Pero el nombre de hititas aplicado a sus habitantes no tiene valor
étnico, sino territorial, y por eso se les suele llamar neohititas para
distinguirlos de los hititas como grupo racial.
Tras las expediciones de Asurnasirpal (884-860 a.C.), la influencia
asiria crece en el país hitita. La mejor prueba de ello se encuentra en
los bajorrelieves esculpidos en la segunda mitad del siglo IX a.C. en
Karkemish, de los cuales es una muestra el original de esta
reproducción. Mide 1,10 m. de altura y formaba, alineado con otros
similares, la parte baja de un muro junto al que corría una escalera.
Estas obras de arte se inspiraron el las mismas fuentes que los relieves
de las puertas de bronce de Imgur-Elil, en los cuales se refieren de
manera práctica los hechos históricos victoriosos de Salmanasar III.
Así, el viejo arte sumerio inspira lejanamente al arte de Karkemish
a través de su heredero, el asirio. Los temas artísticos, que para
estos hombres son siempre temas sagrados, pasan de unos a otros, como en
el caso de las esfinges, que los asirios utilizaron para representar los
genios guardianes de las puertas. Así, genios alados con cuerpo de toro
o de león y cabeza humana vigilaban las entradas en el país de Asur,
simbolizando la Fuerza y la Vigilancia, y puesto que en la
representación de los animales alcanzaron los asirios tan alto nivel,
constantemente fueron imitados en todo tipo de esculturas, como lo
hicieron los neohititas de Karkemish, quienes dieron similares formas a
sus seres guardianes y los representaron como a este hermoso león
alado, con la cola erecta y rematada por una cabeza de serpiente. La
imagen se complica con la adición de una cabeza de mujer tocada con la
tiara hitita, y en ella unos cuernos sobre un mechón de cabellos
enrollados.
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