Fotografia de la Pieza  

Ciervo

(con incrustaciones

circulares)

 

Alaca Hüyük. Anatolia.

Época prehitita.

Finales del III milenio a.C.

Original de bronce.

Museo Arqueológico de Ankara.

Turquía.

 

Alto: 13, ancho: 4, prof.: 9

 

Bronce Fundición

225 €

 

A comienzos del año 1935 fueron descubiertas en la meseta de Alaca Hüyük, las famosas 14 tumbas reales, en las que se encontraron estatuillas de bronce, armas, joyas, recipientes, objetos de cerámica, fragmentos de tejidos, etc., que pusieron de manifiesto la madurez y el profundo sentido artístico de los artesanos de aquella ciudad. Según los datos estratigráficos, esta necrópolis real estuvo en uso durante dos siglos, entre los años 2300 y 2100 a.C.

En los ajuares encontrados se demuestra que los anatolios poseían un gran conocimiento de las técnicas más exigentes en el tratamiento del bronce y de otros metales: el fundido a la cera perdida, el chapado en plata, el batido de la lámina, el repujado, el acanalado por martilleo, el grabado a cincel, y la ataujía, entre otras. Gracias a este buen saber, los recipientes aparecen con sorprendentes adornos de temas geométricos, círculos, cruces gamadas, líneas onduladas, etc. Se trata de una artesanía muy distintiva en la que resalta la personalidad de Anatolia.

Pero de entre todos los objetos hallados en las tumbas de Alaca, merecen resaltarse las figuras de animales -toros y ciervos, especialmente-, y unos estandartes o insignias con imágenes de supuestos discos solares, discos calados con animales, y grupos de éstos en combinaciones diversas. Además de por su técnica, estas figuritas nos llaman la atención por su extraña apariencia. Fundidas con su peana en un solo bloque -todas ellas poseen en la base una espiga de fijación-, se supone que podrían haber estado unidas en su día a un soporte perdido, habiendo quizás servido como estandartes, símbolos de clanes o adornos de lechos funerarios, muebles o carros.

Cada tumba tiene un sólo tipo de estandarte, que puede ser sencillo o doble, y suele estar ornamentado con brotes o yemas en la base, a modo de cuernos. Generalmente, los estandartes tienen forma de medio disco o anillo, a través de cuyo centro pasa algún animal: toros, ciervos, o un asno, como en uno de los que aquí contemplamos. Es difícil saber qué función cumplirían estos estandartes, pero cabe pensar que fueran el distintivo de acciones gloriosas, o de la más alta nobleza.

El toro es un animal muy frecuente en las representaciones artísticas de muchos pueblos. Su simbolismo es algo complejo, pero puede afirmarse que en las culturas orientales el toro expresa la idea de poder.

En cuanto a los ciervos, es fácil comprender su presencia en las tumbas, puesto que el ciervo es símbolo de renovación (sus cuernos se renuevan anualmente). La semejanza de la cornamenta con las ramas arbóreas ha ligado simbólicamente al ciervo con el árbol de la vida, y en general se han atribuido a este animal unas cualidades muy favorables, e incluso mágicas, teniéndose por buen presagio encontrarse con un ciervo, sobre todo si es blanco. Se sabe que el ciervo tiene una gran sabiduría instintiva para reconocer las plantas medicinales, y su gracia, su belleza y su agilidad son proverbiales. Uno de los ciervos aquí presentados lleva incrustaciones circulares en su cuerpo, que representan signos solares.

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