El gran conjunto palaciego de Persépolis era particularmente
significativo de la estructura federal del Imperio Medo-Persa de los
aqueménidas (siglos VI-V a.C.). Estaba organizado en dos sectores
independientes: uno era público, con la sala del trono en la cual las
delegaciones de las provincias aparecían conducidas por los
chambelanes, alternativamente medos y persas; y el otro sector, privado,
agrupaba una serie de palacios residenciales. La unión entre los dos
sectores estaba constituida por un palacio-sala de audiencias llamado
Tripylon, donde el rey recibía solamente a los nobles, representantes
de los medos y los persas, que se unían fraternalmente la mano. Los
persas, vestidos con la indumentaria de gala, se unían así a los
medos, en traje corto de jinetes y tocados con el bonete redondeado de
los montañeses.
Es de este palacio de donde proviene la efigie que reproducimos.
Según la tradición del Oriente, simboliza un tipo humano perfecto,
ideal, que refleja bien, por la calma y serenidad de sus rasgos, la
sabiduría y el rudo vigor que conquistaron la admiración de los
griegos.
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