A partir de 1928, en las excavaciones del yacimiento de Ugarit (la
actual Ras-Shamra), al norte de Siria, se descubrieron numerosas
tablillas con textos poéticos que han proporcionado testimonios de
primera mano sobre la religión de los cananeos, tema sobre el que se
sabía relativamente poco hasta entonces. Los textos se han fechado
entre 1400 y 1350 a.C., aproximadamente, pero los mitos que contienen
pertenecen a una época muy anterior.
A la cabeza del panteón ugarítico aparece «El», suprema autoridad
en todos los asuntos divinos y humanos: es el creador, «el padre de
dioses y hombres», y se le representa como un hombre anciano de aspecto
venerable. Pero la deidad más activa en los mitos es el joven Baal,
dios de la tormenta, a quien estaba dedicado uno de los templos de la
ciudad de Ugarit. Con ellos se asocia a dos figuras femeninas, Astarté
y Anat. Astarté, equivalente a la diosa Istar, es la consorte de El, y
Anat, diosa guerrera normalmente representada con escudo, lanza y
flecha, es la hermana y amante de Baal.
Los mitos ugaríticos más importantes, que constituyen un ciclo de
tres episodios relacionados entre sí, tratan sobre el joven dios de la
tormenta Baal. Probablemente, el conjunto se recitaba en una gran
celebración de otoño que conmemoraba el final del año agrícola, y el
deseo de que llegaran las primeras lluvias (al igual que la epopeya de
la creación babilónica se recitaba en la festividad de Año Nuevo). El
primer texto habla de la victoria de Baal sobre Yam, el mar. El segundo
episodio se inicia con un gran banquete para celebrar la victoria de
Baal sobre Yam. Y el último capítulo es la tentativa de Mot, dios de
la muerte, para usurpar el trono de Baal, por medio de dos
confrontaciones. En primer lugar, Mot obliga a Baal a someterse a su
poder y a descender a los infiernos, provocando así la sequía estival.
Después, Mot lanza su segundo reto: abandona su morada subterránea y
se enfrenta cara a cara con Baal; sin embargo, aparece El y convence a
Mot de que reconozca a Baal como rey. Como personificación del último
enemigo del hombre, la muerte, Mot no puede ser vencido; Baal
únicamente puede mantenerlo a raya con la ayuda del jefe supremo de los
dioses, El.
Es muy característico del arte de Ugarit la gran producción de
figuritas de bronce, en las cuales se repite la estampa de un individuo
espigado, vestido con faldellín, y portando un típico tocado fenicio,
la lebbade, alto como el gorro de un cocinero; ambos complementos
habitualmente sobredorados. Responden estas figurillas a un prototipo
que veremos repetido en los ambientes siro-fenicios, de claro origen
egipcio, aplicado a dioses como Reshef, Baal, Adad y otros, dioses que a
menudo se tocan con la tiara blanca de los faraones y adoptan una
característica postura de marcha, con el brazo derecho en alto portando
algún símbolo.
A este tipo corresponde la representación de Baal que vemos en esta
pieza. El dios de las tormentas y las tempestades aparece aquí con la lebbade
o gorro característico; según se aprecia en otras esculturas, la
posición de sus brazos nos indica que en su mano derecha debía llevar
un símbolo representando al rayo -con ademán de lanzarlo-, y en la
izquierda algo semejante a una lanza, representando al relámpago.
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