Fotografia de la Pieza  

Baal

 

 

Siria. Ugarit.

Siglos XIV - XIII a.C.

Original en bronce

Museo del Louvre. París.

 

Alto: 15, ancho: 5, prof.: 5

 

Bronce Fundición

160 €

 

A partir de 1928, en las excavaciones del yacimiento de Ugarit (la actual Ras-Shamra), al norte de Siria, se descubrieron numerosas tablillas con textos poéticos que han proporcionado testimonios de primera mano sobre la religión de los cananeos, tema sobre el que se sabía relativamente poco hasta entonces. Los textos se han fechado entre 1400 y 1350 a.C., aproximadamen­te, pero los mitos que contienen pertenecen a una época muy anterior.

A la cabeza del panteón ugarítico aparece «El», suprema autoridad en todos los asuntos divinos y humanos: es el creador, «el padre de dioses y hombres», y se le representa como un hombre anciano de aspecto venerable. Pero la deidad más activa en los mitos es el joven Baal, dios de la tormenta, a quien estaba dedicado uno de los templos de la ciudad de Ugarit. Con ellos se asocia a dos figuras femeninas, Astarté y Anat. Astarté, equivalente a la diosa Istar, es la consorte de El, y Anat, diosa guerrera normalmente representada con escudo, lanza y flecha, es la hermana y amante de Baal.

Los mitos ugaríticos más importantes, que constituyen un ciclo de tres episodios relacionados entre sí, tratan sobre el joven dios de la tormenta Baal. Probablemente, el conjunto se recitaba en una gran celebración de otoño que conmemoraba el final del año agrícola, y el deseo de que llegaran las primeras lluvias (al igual que la epopeya de la creación babilónica se recitaba en la festividad de Año Nuevo). El primer texto habla de la victoria de Baal sobre Yam, el mar. El segundo episodio se inicia con un gran banquete para celebrar la victoria de Baal sobre Yam. Y el último capítulo es la tentativa de Mot, dios de la muerte, para usurpar el trono de Baal, por medio de dos confrontaciones. En primer lugar, Mot obliga a Baal a someterse a su poder y a descender a los infiernos, provocando así la sequía estival. Después, Mot lanza su segundo reto: abandona su morada subterránea y se enfrenta cara a cara con Baal; sin embargo, aparece El y convence a Mot de que reconozca a Baal como rey. Como personificación del último enemigo del hombre, la muerte, Mot no puede ser vencido; Baal únicamente puede mantenerlo a raya con la ayuda del jefe supremo de los dioses, El.

Es muy característico del arte de Ugarit la gran producción de figuritas de bronce, en las cuales se repite la estampa de un individuo espigado, vestido con faldellín, y portando un típico tocado fenicio, la lebbade, alto como el gorro de un cocinero; ambos complementos habitual­mente sobredorados. Responden estas figurillas a un prototipo que veremos repetido en los ambientes siro-fenicios, de claro origen egipcio, aplicado a dioses como Reshef, Baal, Adad y otros, dioses que a menudo se tocan con la tiara blanca de los faraones y adoptan una característica postura de marcha, con el brazo derecho en alto portando algún símbolo.

A este tipo corresponde la representación de Baal que vemos en esta pieza. El dios de las tormentas y las tempestades aparece aquí con la lebbade o gorro característico; según se aprecia en otras esculturas, la posición de sus brazos nos indica que en su mano derecha debía llevar un símbolo representando al rayo -con ademán de lanzarlo-, y en la izquierda algo semejante a una lanza, representando al relámpago.

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