Fotografia de la Pieza  

Buda Gupta

(cabeza grande)

 

 

India. Estilo gupta. Sarnath.

Siglo V d.C.

 

Alto: 25, ancho: 17, prof.: 14

 

Mármol

(sin pedestal)

190 €

 

Mármol

(con pedestal)

275 €

 

La época Gupta en la India (siglos IV a VI d.C.) se inició con Chandragupta I, que en el año 320 instaura su dinastía imperial unificando los reinos de Magadha y Gandhara, perdurando hasta el año 530, en que sucumbió al empuje de las invasiones de los hunos heftalíes.Los Gupta significan en Asia el último momento de esplendor del mundo antiguo. Coetáneos del Bajo Imperio Romano, siguieron una suerte análoga a éste, y como en occidente, la cultura hubo de refugiarse en los monasterios de las tierras menos accesibles, el Tíbet y Nepal.

Los descendientes de Chandragupta fueron siempre mecenas culturales e incluso algunos llegaron a ser brillantes artistas.Desde el punto de vista cultural todas las cortes imitaron esta actitud, alojando en sus palacios a los autores célebres del momento, por lo que las principales ciudades se convirtieron en centros de irradiación artística, y no había una sola corte importante que no se preciara de su biblioteca y de sus talleres de obras de arte.

A partir de las fórmulas creadas poco a poco en los siglos precedentes, el arte Gupta fijó una cierta cantidad de estas fórmulas en un estilo bien definido, al que es habitual calificar de clásico.  Sus caracterís­ticas son la pureza de líneas y de formas, el armonioso equilibrio de las masas y las proporciones, la idealización del cuerpo humano, etc. Son ciertamente notas de clasicismo, pero no hay que tomarlas sólo en su aspecto formal: el clasicismo Gupta es el reflejo de una madurez espiritual a la que se llega en esa época, y de la que son fruto tanto las artes plásticas como la literatura y el pensamiento filosófico.

La iconografía de Buda y de sus gestos canónicos queda definitivamente fijada en este período y se adoptó así en el resto de Asia, surgiendo dos escuelas: la de Mathura y la de Sarnath (cerca de Benarés, lugar donde el Buda pronunció su primera predicación en el siglo VI a.C.).

A esta última escuela pertenece la cabeza de Buda que aquí presentamos.  El óvalo del rostro es perfecto; la cabellera rígida, según un esquema de lumaquelas; los ojos con los párpados entornados imitando pétalos de loto; las cejas dibujando el vigoroso perfil de un arco; el esbozo de una sonrisa en la boca, junto a una expresión impregnada de interioridad e inmersa en la meditación; las orejas alargadas, y una especie de bonete en lo alto de la cabeza (signos de santidad).  En definitiva, una combinación de abstracción y de adhesión a lo humano, donde bajo una rigurosa disciplina en la geometría del rostro, se deja entrever un mensaje que todos pueden intuir.

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