El llamado estilo geométrico (siglos X-VII a.C.) produjo multitud de
estatuillas de bronce, tierra cocida, marfil... que representaban de
manera esquemática animales, hombres, dioses o seres mitológicos
fijados en actitudes sumamente rígidas. Los cuerpos están recortados
en estrechas cinturas; los contornos son casi rectilíneos, marcando
siluetas geométricas, formadas principalmente por triángulos; y todos
los elementos de la obra están claramente estilizados.
A este estilo pertenece la representación del dios Zeus que aquí
nos ocupa. Zeus el «Altísimo», Dios del Cielo y de los fenómenos
atmosféricos, Señor de los vientos, las nubes, la lluvia y el rayo...,
deidad suprema del Olimpo. Tras la división del mundo con sus hermanos
Hades y Poseidón, asume las características de un dios todopoderoso
que reside en el éter (parte superior de la atmósfera), y por
ende, en la cima de las altas montañas.
Predice el futuro, castiga a los malos y socorre piadosamente a los
buenos y débiles. Protege la familia, la amistad, el orden social...
Generalmente lleva el rayo en su diestra, el cetro en la izquierda, un
águila a sus pies y, a veces, una corona de hojas de roble (el árbol
sagrado dedicado a Zeus en recuerdo del roble del santuario de Dodona).
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