venus  

Venus

de Milo

 

 

Arte griego.

Siglo II a.C.

Original en mármol de Paros.

Museo del Louvre. París.

 

Alto: 48, ancho: 16, prof.: 15

 

Mármol

395 €

 

La diosa Afrodita que aquí contemplamos, llamada Venus de Milo,  fue encontrada en 1820 por un campesino a medio kilómetro del teatro de la antigua ciudad de Milo, en la isla griega del mismo nombre, en el mar Egeo. El rey Luis Felipe compró la estatua original, de 2,04 m. de altura, y desde 1821 se encuentra en el Museo del Louvre.

Pocas estatuas en el mundo tienen una fama comparable a la de la Venus de Milo. Los brazos fueron esculpidos aparte; el cuerpo está formado por dos piezas (torso desnudo con la cabeza, separado de las piernas cubiertas). El contraste estudiado entre el ropaje ondulado y la desnudez lisa del torso; el movimiento en espiral de todo el cuerpo que da movimiento a la estatua; su naturalismo sobrio y poderoso; su rostro sereno; los ojos con el párpado inferior algo más elevado, produciendo una ligera inclinación de la mirada, acompañada de un matiz de ternura; sus formas pletóricas y equilibradas, han hecho de ella tanto el símbolo del ideal clásico como de la femineidad armoniosa.

Nada más enigmático, sin embargo, a ojos de los arqueólogos que esta bella figura medio vestida. ¿Es efectivamente Venus, o más bien Anfitrite, diosa del mar, la que es representada de esta forma?. ¿Qué gestos y qué atributos caracterizaban los brazos desaparecidos?.

La tan debatida cuestión de lo que hacía con sus brazos la Venus de Milo antes de que se le rompiesen preocupó siempre a escultores y artistas, habiéndose propuesto diversas hipótesis. La más razonable de todas ellas quizá sea la que supone a Venus con un objeto en la mano izquierda, levantada a la altura de la cabeza (quizás una manzana o un espejo en el que podría estar mirándose), mientras que con la mano derecha estaría sujetando las ropas que cubren la parte inferior de la estatua, pues en opinión de algunos, la ropa que cubre a Venus no se sujeta por sí sola, y sería inverosímil que el artista que la labró la hiciese así, sin mano alguna que la sostuviera.

Aunque no se conoce con certeza la identidad del autor de esta obra maestra (se ha atribuido a algún discípulo de Escopas, al propio Escopas, a Eufranor, y a un tal Agesandros), lo que sí parece seguro es que fue realizada en el siglo II a.C., por un artista que, aun empleando los procedimientos característicos de la época helenística, quiso reunir en una misma figura la nobleza del arte griego de los tiempos de Fidias y la flexible armonía de las creaciones de Lisipo.

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