sacerdotisa  

Sacerdotisa

griega

 

 

Pertenecientes al friso

de la Crátera de Vix.

Hacia el año 530 a.C.

Original de bronce.

Museo del Châtillonais,

Châtillon-Sur-Seine (Francia)

 

Alto: 18, ancho: 5, prof.: 6

 

Bronce

150 €

Bronce-fundición

250 €

 

Todas las religiones antiguas tenían sus sacerdotisas. En Grecia a las sacerdotisas consagradas se las llamaba Canephore, y eran las que llevaban las canastillas de los dioses durante las fiestas públicas de los misterios de Eleusis.

Había profetisas, adivinas de sueños, e intérpretes de oráculos.  En Delfos hablaba el dios por boca de una Pitonisa (Pitia o Sibila), cuyas respuestas tenían gran aceptación. Para pronunciar sus oráculos la Pitonisa, después de un ayuno de tres días, mascaba hojas de laurel y, en un estado de excitación producido por esa planta, subía a una especie de trípode colocado encima de una abertura de donde salían vapores mefíticos. Extremecía entonces su cuerpo, erizábanse sus cabellos, y con la boca convulsa y llena de espuma, contestaba a las preguntas que se le hacían. Apoyándonos en la autoridad de Jámblico, Plutarco y otros autores, podemos afirmar que la Pitonisa no era una simple hechicera, sino una sacerdotisa de Apolo elegida entre jóvenes puras y de las clases más pobres; era colocada en un templo separada de todos excepto del Hierofante o vidente principal, y una vez admitida, quedaba como una monja, perdida para el mundo. Después del de Delfos, fueron en la Antigüedad los más célebres oráculos el de Júpiter en Dodona, Apolo en Delos, Esculapio en Epidauro, etc.

También había sacerdotisas consagradas a la diosa Hestia (Vesta, en Roma), diosa del Fuego y del Hogar, llamadas Vestales en Roma, que eran las que se ocupaban de mantener día y noche el fuego sagrado sobre el altar de la diosa.

Aunque la pieza que aquí vemos guarda semejanza con las Korai -estatuas de doncellas arcaicas, descubiertas el siglo pasado en el subsuelo de la Acrópolis de Atenas-, éstas no eran preladas de alguna cofradía de sacerdotisas de Atenea, como se había pensado en un principio, sino que representarían a muchachas de Atenas que habían practicado algún rito antiquísimo, algo heroico, en los tiempos en que la diosa Atenea, todavía sin adoptar su tipo definitivo guerrero, no era más que una Virgen llamada la Kore de Atenas.

La sacerdotisa que aquí presentamos, reproducción de la que se halla en la tapa de la Crátera de Vix -cerca de Chatillon, en la Francia central-, lleva el velo sobre la cabeza, característico de las religiosas en muchas religiones, y la posición de sus manos refleja un gesto ritual.

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