Era frecuente en la Antigüedad dar a los vasos formas animales y aun
humanas, y así, muchos vasos de Egipto, Chipre, Tróade, Creta y
Micenas presentan formas femeninas o formas animales, y de entre éstos,
son preferidos los cornudos, como bueyes, toros, carneros, etc. Es
significativo el gran uso que se hacía de los cuernos, pues como son
vacíos, ofrecen un natural recipiente para los líquidos, y por
terminar en punta se creían de especial poder para alejar las
influencias perniciosas.
Este vaso o recipiente llamado rhytón se usaba en la
Antigüedad con carácter litúrgico y sacramental. A veces, era
simplemente un cuerno, pero también se utilizaba la cabeza entera del
animal, en cuyo caso su interior estaba hueco para contener los
brebajes; con el cuello cerrado herméticamente, el líquido se
introducía por un agujero situado detrás de la testuz, mientras que el
morrillo servía generalmente de salida.
En los frescos egipcios se ven mensajeros de los príncipes cretenses
que llevan cabezas metálicas al faraón. Las cabezas de toro como la
que aquí presentamos debían ser una especialidad de los artistas
minoanos, aunque no fueron exclusivas de Creta: un último eco de las
liturgias que exigían estas cabezas de toro se reconoce todavía en los
bronces votivos de Costig, en Mallorca.
Dentro de la estatuaria minoica, siempre de tamaño reducido, este
recipiente o rhytón es uno de sus representantes de mayor porte
y un espléndido ejemplo del naturalismo de que fue capaz el arte
cretense. |