El origen de las Musas está relacionado con diversas concepciones
filosóficas acerca de la primacía de la Música en el Universo. Pero
no son únicamente las «cantoras divinas» cuyos coros e himnos
deleitan a Zeus y los demás dioses, sino que presiden el Pensamiento en
todas sus formas: Elocuencia, Persuasión, Sabiduría, Historia,
Matemáticas, Astronomía, etc./p>
Las Musas, señoras de las Artes, están asociadas con Dionisos y
Apolo, y eran congéneres de las Parcas, las Horas, y las Gracias.
Tenían por función principal elevar el alma a un estado de entusiasmo
que estimula el conocimiento. Hesíodo ensalza sus servicios: ellas son
las que acompañan a los reyes y les dictan palabras convincentes, las
adecuadas para aplacar las riñas y establecer la paz entre los hombres.
Hay nueve Musas, dos de las cuales aparecen en la pieza que aquí
presentamos. A través de los pliegues de sus vestidos, la obra refleja
el gusto de algunos escultores de los siglos III y II a.C. en la
representación del vestido femenino: tejidos pegados al cuerpo,
delicados y transparentes. Una de las Musas lleva el cinturón alto, que
ciñe el cuerpo por el pecho y no la cintura, al estilo de las Musas
de Mantinea, de Praxíteles. La otra sujeta una lira, mientras Eros,
subido en un pedestal, agarra el arco con su mano izquierda y con la
derecha sostiene un recipiente bajo el rostro de la Musa, quizás un
lacrimatorio para recoger las lágrimas que la música provoca. |