kouros  

Kouros

 

 

 

Grecia.

Siglo VI a.C.

Original de bronce

Museo Vivenel Compiègne

(Oise). Francia.

 

Alto: 19, ancho: 5, prof.: 3

 

Bronce

150 €

Bronce fundición

250 €

 

Entre las más primitivas estatuas griegas aparece con frecuencia el tipo de atleta desnudo, hombre joven, avanzando una pierna, siempre la izquierda, y con los brazos más o menos pegados al cuerpo. Son los Kouros, o Kuroi, a veces impropiamente llamados Apolos arcaicos, que son atletas elevados a la categoría de héroes.

Plinio dice así: «No era costumbre entre los griegos primitivos representar las facciones de individuos que no hubieran merecido la inmortalidad por distinción especial (perpetuitatem merentium). La primera de estas distinciones era una victoria en los juegos sagrados, especialmente los de Olimpia. Era allí costumbre dedicar una estatua en memoria de todos los que vencían en los juegos; pero sólo cuando un atleta había conseguido tres veces la victoria, entonces la estatua era un verdadero retrato del vencedor. A tales estatuas se las llamaba icónicas».

Las primeras estatuas fueron de madera, y aparecían con los brazos pegados al cuerpo. Pausanias dice que los más antiguos retratos de atletas de Olimpia eran el de Praxidamas de Egina, que venció el concurso de boxeo en la LIX Olimpiada (o sea, el año 544 a.C.), y el de Rexibio de Opus, vencedor de la lucha del pancracio en la LXI Olimpiada (536 a.C.). Y añade Pausanias que la estatua de Praxidamas era de leño de higuera, y la de Rexibio de ciprés, por lo que esta última estaba menos deteriorada que la otra.

La más antigua de las estatuas de atletas conservada es la de Arrakio, pancratista de un suburbio de Figalia, vencedor de la LIV Olimpiada (564 a.C.). Por otra parte, en las excavaciones de Delfos aparecieron dos Kuroi de tamaño gigantesco, obra del escultor Polymedes de Argos; probablemente no se encontraban allí sólo por el mérito de haber ganado victorias en los juegos, su gran tamaño es indicio también de superioridad moral.

Pero el griego clásico no entendía la competición como en la actualidad. El griego alzaba la mirada a los héroes de la época arcaica, a los héroes de la Ilíada y la Odisea, y aspiraba a imitarlos. De ellos aprendía dos cosas:

1ª) Sobresalir entre los demás para ser siempre el mejor -el "agon"- impregna toda la vida ("siempre"), y no se limita a un solo combate o a una sola competición.

2ª) Hasta el héroe más valeroso puede aspirar a la gloria más sublime si con ello beneficia de alguna forma a la comunidad.

En realidad, pues, sobresalir entre los demás compromete a una acción comunitaria, que es lo que más tarde definió Aristóteles como "ser comunitario" (zoon politikon); al fin y al cabo, la misma palabra griega "agon", aplicada a los héroes homéricos, quiere decir ser el mejor (aris­teuein), no ser el primero (proteuein).

El Kouros que aquí presentamos reproduce el tipo de atleta elevado a la categoría de héroe. Es muy semejante, por ejemplo, a otro que se halla en el Museo de Munich, y a otro del Museo Metropolitano de Nueva York. La concepción de la obra sobre módulos geométricos obedece a una vista esencialmente frontal, lo que unido al estilo general de las estatuas más arcaicas, ha permitido establecer un cierto paralelismo con el arte egipcio, en el que, sin duda, se inspiraron los griegos.

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