Encontrado en 1970 en las excavaciones de un barrio romano de Frejus
(el Hueco de la Torre, Insula I), cerca de un importante edificio con
peristilo y exedras, este busto es una afortunada excepción en la serie
relativamente abundante y en general mediocre, de los Hermes dobles de
producción helenística y romana. El artista ha asociado hábilmente,
oponiéndolas, a dos divinidades agrestes adornadas con flores. Por una
parte, un joven Fauno caracterizado por los atributos caprinos, y cuyos
rasgos acusan a ultranza el temperamento alocado y el espíritu
malicioso; por otra parte, un Hermes o Dioniso barbudo, impregnado de
una olímpica majestuosidad, cuya mirada insondable está
resaltada por una fina sonrisa de Kuroi arcaico.
Podemos reconocer en este grupo, al mismo tiempo sobrio y jocoso, la
díada HERMES-PAN. Dioses campestres confundidos en los países latinos
con Términus y Faunus, mal distinguidos por otra parte de Príade y
Silvano.
El himno homérico dedicado a Pan (XVII), y Herodoto (II, 145-146),
hacen del Caprípedo un hijo de Hermes. Esta estrecha relación, y sus
funciones pastorales muy similares, han podido favorecer la unión sobre
un mismo pilar de los dos principales dioses arcadios. De todas formas,
la confusión frecuente desde la alta antigüedad entre los tipos
característicos colindantes de Dionisos y Hermes, la asimilación del
tema muy extendido del Sátiro asesor de Baco, pueden dejar en el aire
alguna duda. Sólo le faltaría a Dionisos, para preferirlo a Hermes, la
corona de yedra que lo distingue habitualmente en el cortejo de los
dioses de larga barba.
De cualquier manera, el favor latino por los Janos, una moda
intencionadamente arcaica, y el restablecimiento de las fiestas de las
encrucijadas (compitales) por Augusto, corroboran bastante bien la
elección de la asociación y el bello estilo de esta escultura.
Llevada a Frejus, Forum Julii, una de la puerta de las Galias,
por la vía de la colonización, esta obra de arte pudo decorar los
jardines de una lujosa villa urbana, a menos que haya pertenecido
a un edificio público, palestra o mercado. Heredera, en muchos
sentidos, de la más pura tradición helénica, no le falta, en verdad,
más que una firma griega. |