Aunque, al describir el Partenón, Pausanias no dice que las
esculturas del exterior fueron obra de Fidias, hoy día las estatuas de
los frontones del Partenón están de tal modo identificadas con dicho
escultor, que no se discute su autoría. Es probable que se valiera de
ayudantes y discípulos, pero de Fidias es el plan, la inspiración
general y aun el estilo.
Algo muy grande y muy nuevo aparece en aquellos mármoles. Todas las
obras anteriores de las escuelas de escultura del Ática y del
Peloponeso pueden considerarse como una preparación para aquel
resultado maravilloso. El gran invento de Dédalo: vida y movimiento,
allí está, en los mármoles de Fidias en toda su perfección.
Las figuras de los frontones no están petrificadas: se doblan, se
pliegan, se codean, se esfuerzan y descansan como seres vivos. Fuerza y
vida parecen desprenderse, precisamente, de esta bella cabeza de caballo
perteneciente al Partenón. La boca abierta, una espléndida crin, la
tensión muscular y los pliegues del cuello, acentúan la vivacidad del
movimiento. |