Según nos cuenta Plinio, era costumbre entre los griegos primitivos
dedicar una estatua en memoria de todos los que vencían en los juegos
sagrados, especialmente los de Olimpia; aunque sólo cuando los
atletas vencían al menos por tres veces se hacían merecedores de la
inmortalidad (perpetuitatem merentium), y se fijaban sus rasgos
fisonómicos en las caras de las estatuas. Así, aparecen los
Kuroi (o Apolos arcaicos) que eran estatuas que, de algún modo,
tenían incorporado el espíritu del atleta vencedor. Con el paso del
tiempo, estas estatuas crearon un género artístico: el del retrato
clásico y sublime al que los artistas siguieron aplicando su celo, ya
representara dioses, héroes, atletas, poetas u hombres de estado.
Pero el griego clásico no entendía la competición como en la
actualidad. El griego alzaba la mirada a los héroes de la época
arcaica, a los héroes de la Ilíada y la Odisea, y aspiraba a
imitarlos. De ellos aprendía dos cosas:
1ª) Sobresalir entre los demás para ser siempre el mejor -el
"agon"- impregna toda la vida ("siempre"),
y no se limita a un solo combate o a una sola competición.
2ª) Hasta el héroe más valeroso puede aspirar a la gloria más
sublime si con ello beneficia de alguna forma a la comunidad.
En realidad, pues, sobresalir entre los demás compromete a una
acción comunitaria, que es lo que más tarde definió Aristóteles como
"ser comunitario" (zoon politikon); al fin y al cabo,
la misma palabra griega "agon", aplicada a los héroes
homéricos, quiere decir ser el mejor (aristeuein), no ser
el primero (proteuein).
Durante los primeros siglos sólo había atletas entre la
aristocracia de sangre real, y luego se incorporó la
plutocracia.Perfeccionarse en una especialidad deportiva requería
tiempo y dinero, y los que tenían que trabajar para ganarse el sustento
simplemente no podían permitírselo, aunque había excepciones.
Además de los Juegos Olímpicos se celebraban los Juegos Píticos,
también cuadrianuales; los Nemeos, bienales; los Itsmicos, en las
cercanías del itsmo de Corinto; los Panatenaicos, etc. Y fueron atletas
famosos: Milón de Crotona, Teágenes de Tasos; Diágoras de Rodas y sus
hijos; Políclamos de Escotusa; Marco Aurelio Asclépides de
Alejandría, etc. Los atletas destacados también se distinguieron
siempre en cargos políticos o de importancia semejante.
El original de la pieza que aquí presentamos fue descubierto en
Benevento (al sur de Italia), y constituye el fragmento de una estatua
obra de la escuela de Policleto de Argos, probablemente de Patrocles. La
cabeza del atleta aparece con la corona de apio. La corona simboliza la
idea de superación en su sentido más amplio y profundo, lo cual está
en consonancia con su situación en lo más alto del cuerpo (y del ser
humano). Resalta bellamente el detalle del pelo, y la expresión del
rostro típica del arte griego.
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