El griego clásico no entendía la competición como en la
actualidad. El griego alzaba la mirada a los héroes de la época
arcaica, a los héroes de la Ilíada y la Odisea, y aspiraba a
imitarles. De ellos aprendía dos cosas:
1ª) Sobresalir entre los demás para ser siempre el mejor -el
"agon"- impregna toda la vida ("siempre"),
y no se limita a un solo combate o a una sola competición.
2ª) Hasta el héroe más valeroso puede aspirar a la gloria más
sublime si con ello beneficia de alguna forma a la comunidad.
En realidad, pues, sobresalir entre los demás compromete a una
acción comunitaria, que es lo que más tarde definió Aristóteles como
"ser comunitario" (zoon politikon); al fin y al cabo,
la misma palabra griega "agon", aplicada a los héroes
homéricos, quiere decir ser el mejor (aristeuein), no ser
el primero (proteuein).
Además de los Juegos Olímpicos se celebraban los Juegos Píticos,
también cuadrianuales; los Nemeos, bienales; los Itsmicos, en las
cercanías del itsmo de Corinto; los Panatenaicos, etc. Y fueron atletas
famosos: Milón de Crotona, Teágenes de Tasos; Diágoras de Rodas y sus
hijos; Políclamos de Escotusa, etc. Los atletas destacados también se
distinguieron siempre en cargos políticos o de importancia semejante.
Durante los primeros siglos sólo había atletas entre la aristocracia
de sangre real, y luego se incorporó la plutocracia. Perfeccionarse en
una especialidad deportiva requería tiempo y dinero, y los que tenían
que trabajar para ganarse el sustento, simplemente, no podían
permitírselo, aunque había excepciones. |