La cultura y el arte de la antigua Italia -anterior a Roma- están
representados por numerosos objetos pertenecientes a la Magna Grecia y a
Etruria. Los etruscos ocuparon el territorio comprendido entre los ríos
Tíber y Arno, la costa del Mar Tirreno y las montañas Apeninas,
alcanzando su mayor esplendor entre los siglos VIII y VI a.C. Se
distinguieron por una cerámica original de color negro brillante (bucchero
nero), pero también desarrollaron una técnica excelente en el
trabajo con bronce, como lo demuestran una variedad de piezas: espejos,
candelabros, estatuas de dioses y héroes, etc.
Las tumbas etruscas nos han proporcionado gran cantidad de objetos
domésticos, mobiliario y otros enseres que los etruscos utilizaban en
su vida cotidiana, por los cuales se conocen sus diversiones
predilectas: espectáculo del Phersu, juegos gladiatorios,
banquetes, deportes, etc. Todo lo cual nos habla de una civilización
urbana, muy refinada, en la cual la presencia de la mujer juega
socialmente un destacadísimo papel.
La pieza que aquí nos ocupa representa a una joven atleta con un
objeto en la mano, probablemente una canastilla semejante a las que se
utilizan actualmente en “cesta-punta”. En la antigüedad clásica,
las jóvenes y mujeres tenían un festival reservado para ellas: “Los
Juegos Hereos”, a los que se refiere Pausanias. Las vencedoras
reciben en premio coronas de olivo y parte de una vaca sacrificada a
Hera, y además pueden dedicar estatuas con su inscripción. Los Juegos
Hereos son las secuelas de una fiesta matriarcal prehelénica en honor
de la Diosa Madre de la Tierra, que se identificará más tarde con
Hera.
La joven se halla desnuda, algo natural en el arte clásico, pero
recordemos también que la palabra «gimnasia» deriva del término
griego gymnos, que significa «desnudo». En esta desnudez de las
jóvenes, escribe Plutarco, “nada había de deshonesto, porque la
acompañaba el pudor y estaba lejos de toda lascivia”. |