Apolo se representa aquí como un joven extremadamente delgado y
desnudo. Su postura con espalda arqueada, las rodillas forzadas hacia
atrás y la cintura estrecha corresponden al ideal minoico, una forma
que nos puede parecer casi moderna, pero que también hace recordar las
obras de arte del escultor mítico Daidalos (siglo VIII a.C.), que en la
antigua Grecia superó la posición rígida de las figuras.
Apolo, probablemente el dios más célebre de los griegos, se
equiparaba, como dios de la luz, con el dios solar Helios. También fue
venerado como dios de la profecía, del orden, de las artes y
especialmente de la música y del canto.
El concepto de purificación era inseparable de la religión de
Apolo, al que se le consideraba reparador de los males del cuerpo y de
los del alma; bajo esta idea parece haber desempeñado un gran papel en
la doctrina de los Misterios, pues en ocasiones aparece recibiendo las
almas de los iniciados.
Según una tradición, se cuenta que Apolo inventó la lira, aunque
otros dicen que la recibió de Mercurio. Ambas añadían que a los
acentos de aquella divina música dejaban las fieras sus cuevas, los
gamos y las gacelas, animales muy queridos por el dios, acudían
presurosos a su lado y pastores y zagales le seguían en alegres danzas,
como si renacieran a su paso los hermosísimos días de la Edad de Oro. |