Fotografia de la Pieza  

Arte cicládico

Cabeza de

Keros

 

 

 

Keros.

Museo del Louvre. París.

 

Alto: 9, ancho: 6, prof.: 6

 

Mármol

65 €

 

En el terreno del arte, las civilizaciones de Egipto y Mesopotamia eclipsaron, en un principio, las producciones de los territorios que más tarde serían patria de la cultura griega.

Las más antiguas obras conocidas, de sorprendente calidad, son los llamados ídolos cicládicos. Reciben este nombre de las Cícladas, racimo de pequeñas islas diseminadas entre la Grecia continental y la península de Anatolia, en las cuales se han encontrado este tipo de representaciones.

Existe una evolución en el estilo de las figuras, desde las primeras representaciones femeninas muy esquemáticas, cuya forma se ha dicho que recuerda a la de un violín (año 3000-2500 a.C.), hasta las figuras más naturalistas, aunque bastante estilizadas, de las cuales estas reproducciones que presentamos son buena muestra.

Esculpidas en mármol procedente de las canteras de la zona, el método de fabricación parece haber sido el siguiente: el artista seleccionaba una tabla rectangular, delgada, del mármol adecuado, y la modelaba con una piedra abrasiva, posiblemente esmeril de Naxos. Los detalles eran añadidos con una astilla aguda del mismo abrasivo y posteriormente eran pintados. Con colores rojos y negros se añadían los detalles, como la boca, el pelo, los ojos y collares.

La mayoría de ellas se han encontrado en sepulcros, y el tema más frecuente es la figura femenina desnuda. Aunque bastante estilizadas, se observan como partes independientes en la cabeza, el tronco y las piernas. La cabeza y el cuerpo son muy lisos, con una ligera protuberancia a modo de nariz. La posición de brazos cruzados es casi invariable en tales representaciones, y es similar a la de las estatuillas de mujeres de Anatolia. La actitud puede haber sido escogida por sencillez técnica o, lo que parece más probable, porque este gesto parece instintivamente autoprotector. El sentido de todas estas representaciones tendría, según algunas hipótesis, una finalidad mágica para sus propietarios, que eran enterrados con ellas. También, y basándose en el considerable número de figuras femeninas representadas en el período de embarazo, se ha pensado que estuvieran dedicadas a la fertilidad o a asegurar la protección en los peligros de alumbra­miento, y en este sentido bien podemos recordar las denominadas Venus Paleolíticas, como la de Willendorf o la de Lespugue, que presentan actitudes muy similares.

Pero quizá este concepto sea un poco más amplio. El culto a la Diosa Madre es el núcleo central de la religión de la Edad de Bronce, y representaciones de Ella aparecen desde el sur de España hasta los más elevados focos culturales de la época, como Egipto y Mesopotamia. Por lo tanto, no sería aventurado interpretar estas imágenes como representaciones personales de ese arquetipo de lo Femenino, que en otras épocas tomó la forma de las grandes diosas y Vírgenes Madres como Isis, Maya, María, etc.

La concepción estética de estos ídolos, así como la extremada simplificación de las partes del cuerpo, especialmente la cabeza, despertaron la admiración entre los artistas del siglo XIX. De entre los músicos representados en el arte cicládico sobresale este arpista, magníficamente elaborado en un lenguaje esquemático al máximo; su abstracción y la geometría de sus líneas dan a la obra una “rabiosa actualidad”, según algunos artistas de nuestro tiempo. No deja de producirnos cierta emoción reconocer, latiendo bajo el estilo de importantes figuras del arte abstracto, el espíritu de esta estética simple pero elegante y sugestiva, presagio de la gran apoteosis que fue la escultura clásica griega.

© Taller HORUS