A diferencia de la Virgen del románico, que no era más que el
instrumento del que se valía Dios -el «trono viviente» para el
Niño-, la Virgen del gótico cobra importancia por sí misma, como
mujer, denotando sentimientos de ternura, manifestaciones maternales
con el Niño, elegancia y belleza en sus formas de mujer, y jugando su
papel de intercesora entre las representaciones de lo terreno y lo
divino.
En el período gótico, María no era ya sólo un ser entronizado,
sino una mujer que amamantaba a su hijo, y aún jugaba con él. De
esa voluntad de convertir a la Virgen en una joven matrona, los artistas
italianos concibieron la Virgen de la Humildad, como una mujer
que se sienta sobre la floresta de un hermoso jardín o sobre un
almohadón para dar el pecho a su hijo.
La hermosa pieza que aquí presentamos -procedente de la colección
de Gustavo Dreyfus, y actualmente en la National Galery de
Washington- está esculpida con esa técnica que ha dado en llamarse
«relieve achatado», reflejando de una forma muy original el
tradicional tema de la Virgen de la Humildad. Se atribuye a
Desiderio de Sattignano (1428-1464), y es similar a la Virgen con
Niño (Museo de Gerona), y a la Virgen con el Niño y Ángeles
(Museo de Boston), ambas de Donatello. Como en éstas, el
"toque" es suave pero seguro, las líneas aparentemente
sencillas, y el estilo personalísimo, espontáneo y audazmente libre en
la ejecución. |