Fotografia de la Pieza  

Virgen de

Marsat

 

 

 

Siglo XII.

Original en madera policromada.

Iglesia de Marsat

(Puy-de-Dôme, Francia)

 

Alto: 26, ancho: 25, prof.: 13

 

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¿Por qué el color negro? En un sentido muy general, podemos decir que el color negro simboliza el «ocultismo» del que, por prudencia, debieron rodearse los hombres de conocimiento en la Edad Media; esta idea ocultista se refuerza por la situación particular en que se colocaba a la Virgen: una cripta, una capilla «gruta», una iglesia «negra», etc. Además, el antiguo culto se refería a lo que en muchas culturas se ha llamado la Diosa-Tierra, y el color negro es el que se utiliza simbólicamente para representar la tierra que, una vez fecundada, será fuente de toda vida. Así, los escultores medievales empleaban a propósito el color negro para indicar que la Virgen Negra era para ellos, al mismo tiempo, la María cristiana y la Diosa-Tierra céltica. También otras diosas fueron a menudo representadas negras, como Isis, Cibeles, Deméter, etc.; siendo todas ellas personificación del principio femenino del Universo.

Además, en alquimia, el color negro es símbolo de la «materia primordial»; fundamentalmente, había tres colores, el negro, el blanco, y el rojo. Teniendo en cuenta que al negro se le asimilaba frecuentemente el azul oscuro -el azul noche-, vemos que estos eran precisamente los mismos colores de los vestidos de las Vírgenes Negras, a los que habría que añadir el dorado, el del oro obtenido al término de la transmutación.

Por tanto, todo parece indicar que estas Vírgenes Negras, además de cristianas, son el reflejo de profundos conocimientos esotéricos en la Edad Media, conocimientos que fueron también la base para la construcción de las grandes catedrales, y para el desarrollo de ciertas órdenes o fraternidades.

En España es muy conocida la Virgen Negra de Monserrat, pero es Francia el país donde más Vírgenes se encuentran. Hay varias en el macizo volcánico de Auvernia, tierra sagrada para los celtas, siendo la de Marsat la más bella de todas las que aún se conservan. Sin duda, la naturaleza excepcional de ese lugar, las rocas, las aguas... fueron conocidos y apreciados por los druidas.

El culto de la Virgen existía ya en el siglo VI en Marsat, según Gregorio de Tours, pero fue en el siglo XII cuando los monjes benedictinos de la abadía de Mozat establecen esta Virgen Negra, y organizan y difunden su culto, instalando una filial femenina de su abadía en el propio pueblo de Marsat.

Los habitantes de la vecina ciudad de Riom demostraron siempre una piedad muy viva hacia la Virgen de Marsat, y a ella atribuyen el haber sido salvados de la peste en 1631, pues todos los ciudadanos se habían dirigido con gran pompa a implorar su protección.

La forma perfecta, la elegancia de las proporciones y la finura aristocrática de los rasgos de esta verdadera «reina negra», contrastan con la humildad de la iglesia que la cobija. El rostro es sombrío pero a la vez radiante; es como una luz en la noche, algo más que una obra de arte.

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