¿Por qué el color negro? En un sentido muy general, podemos decir
que el color negro simboliza el «ocultismo» del que, por prudencia,
debieron rodearse los hombres de conocimiento en la Edad Media; esta
idea ocultista se refuerza por la situación particular en que se
colocaba a la Virgen: una cripta, una capilla «gruta», una iglesia
«negra», etc. Además, el antiguo culto se refería a lo que en muchas
culturas se ha llamado la Diosa-Tierra, y el color negro es el que se
utiliza simbólicamente para representar la tierra que, una vez
fecundada, será fuente de toda vida. Así, los escultores medievales
empleaban a propósito el color negro para indicar que la Virgen Negra
era para ellos, al mismo tiempo, la María cristiana y la Diosa-Tierra
céltica. También otras diosas fueron a menudo representadas negras,
como Isis, Cibeles, Deméter, etc.; siendo todas ellas personificación
del principio femenino del Universo.
Además, en alquimia, el color negro es símbolo de la «materia
primordial»; fundamentalmente, había tres colores, el negro, el
blanco, y el rojo. Teniendo en cuenta que al negro se le asimilaba
frecuentemente el azul oscuro -el azul noche-, vemos que estos eran
precisamente los mismos colores de los vestidos de las Vírgenes Negras,
a los que habría que añadir el dorado, el del oro obtenido al término
de la transmutación.
Por tanto, todo parece indicar que estas Vírgenes Negras, además de
cristianas, son el reflejo de profundos conocimientos esotéricos en la
Edad Media, conocimientos que fueron también la base para la
construcción de las grandes catedrales, y para el desarrollo de ciertas
órdenes o fraternidades.
En España es muy conocida la Virgen Negra de Monserrat, pero es
Francia el país donde más Vírgenes se encuentran. Hay varias en el
macizo volcánico de Auvernia, tierra sagrada para los celtas, siendo la
de Marsat la más bella de todas las que aún se conservan. Sin duda, la
naturaleza excepcional de ese lugar, las rocas, las aguas... fueron
conocidos y apreciados por los druidas.
El culto de la Virgen existía ya en el siglo VI en Marsat, según
Gregorio de Tours, pero fue en el siglo XII cuando los monjes
benedictinos de la abadía de Mozat establecen esta Virgen Negra, y
organizan y difunden su culto, instalando una filial femenina de su
abadía en el propio pueblo de Marsat.
Los habitantes de la vecina ciudad de Riom demostraron siempre una
piedad muy viva hacia la Virgen de Marsat, y a ella atribuyen el haber
sido salvados de la peste en 1631, pues todos los ciudadanos se habían
dirigido con gran pompa a implorar su protección.
La forma perfecta, la elegancia de las proporciones y la finura
aristocrática de los rasgos de esta verdadera «reina negra»,
contrastan con la humildad de la iglesia que la cobija. El rostro es
sombrío pero a la vez radiante; es como una luz en la noche, algo más
que una obra de arte. |