Fabricada en tierra arcillosa introducida en un molde partido en dos,
la lámpara era cocida a continuación en un horno de alfarero.
En medio de la espalda del pez se puede ver el agujero de
aprovisionamiento de aceite. La mecha pasaba por el pico abultado,
formado, curiosamente, por un pez más pequeño. La mecha se reponía
con la ayuda de una aguja. Las perforaciones de las aletas dorsales
indican que este modelo estaba destinado a colgarse de unas cadenas.
Este tipo de lámpara era ya muy conocida y expandida en el mundo
romano. Es más, el pez tenía, seguramente, antes de este período una
reputación talismánica indiscutible. Este lleva sobre una mitad del
cuerpo el monograma de Cristo o Crismón, formado por la combinación de
una “X” (equivalente a nuestra “Ch”) y una “P” (nuestra “R”)
entrelazadas, primeras letras griegas de la voz griega Christos.
Reencontrado con mucha frecuencia en la simbología del arte popular
cristiano, el tema del pez ha intrigado a los eruditos, quienes se han
interrogado sobre su significación. Algunos de entre ellos han
encontrado la explicación en la expresión de una especie de
jeroglífico. En efecto, en griego, la palabra que significa pez es Ichtus,
y las letras que componen esta palabra pueden constituir las iniciales
de Iesos Christos Uios Soter, lo que quiere decir
«Jesús-Cristo, Hijo de Dios Salvador».
Aparte de este significado simbólico que no descartamos, también es
muy posible que el uso del símbolo del pez en las primeras comunidades
cristianas tenga que ver con el advenimiento de Jesús en el comienzo de
la era astrológica de Piscis.
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