En Egipto es frecuente encontrar vasos y otros recipientes en los
lugares de enterramiento. Estos recipientes contenían las ofrendas de
perfumes, comidas, bebidas, etc. que se hacían en favor del
difunto. En tal sentido, es destacable el hallazgo del ajuar
funerario de Dyeserit (o Zoser, III Dinastía), descubierto en las
cámaras subterráneas de la pirámide escalonada de Sakkara, y que
estaba compuesto por una soberbia vajilla de aproximadamente cuarenta
mil piezas de diferente tipología, talladas en diorita, amatista,
esquisto, alabastro, o granito, como es el caso de este vaso que aquí
presentamos, perteneciente a ese mismo período histórico.
Además de su utilidad en las ceremonias funerarias, estos vasos
servían también en la vida cotidiana, aunque entre el pueblo egipcio
eran generalmente de arcilla cocida, pintados con un barniz de color
rojo ladrillo. Una vez más tenemos ante nosotros una prueba de
cómo el arte formaba parte integrante en la vida diaria de los
egipcios. Al igual que en otras civilizaciones de la antigüedad,
los objetos de uso doméstico rebasaban una finalidad puramente
utilitaria, y ofrecían al ser humano la posibilidad de contemplar algo
bello.
Belleza y sencillez aparecen unidas en este vaso con dos pequeñas
asas, que aunque no muestra decoración alguna, ofrece unas proporciones
y una forma que atraviesa los siglos. |