El niño Tutankhatón (imagen viviente de Atón) sucedió en el trono
de la Doble Corona a su enloquecido padre adoptivo Akhenatón, que fue
probablemente envenenado o se suicidó bebiendo vino emponzoñado.
Bajo la tutela de los repuestos Sacerdotes de Tebas, que contaban con
el apoyo del pueblo, cambió su nombre por el que hoy todos conocemos:
TUTANKHAMÓN. Murió de forma repentina, pues tuvo que ser enterrado en
una tumba secundaria preparada por un funcionario llamado Ai (Ojo), y se
discute sobre si dejó hijos. Fue precedido, aparentemente durante muy
poco tiempo, por Smenkhkare (Ankhkheperure) y sucedido también
fugazmente por el mencionado Ai (Kheperkheperure). Pero nada sabemos con
certeza hasta el advenimiento del caudillo llamado Horemheb
(Djeserkheperure), que fue el que reordenó Egipto y le abrió paso a su
última etapa de esplendor con los Ramésidas.
Del joven Faraón no sabemos que haya realizado ninguna proeza, pero
los Sacerdotes de Tebas quisieron, a través de él, restaurar con todo
esplendor su Poder Espiritual, a la vez que le sobreprotegieron en un
verdadero alarde de riqueza y de conocimientos mágicos. La acumulación
de objetos de diferentes épocas y naturalezas demuestra que no se trata
de un enterramiento “normal” y el enigmático Destino quiso que
llegase hasta nosotros prácticamente intacto, pues los saqueadores o
últimas bandas revolucionarias sólo pudieron penetrar en el corredor y
la primera sala. Tal vez la cantidad inesperada de objetos les demoró y
alguna patrulla de la “Policía del Valle” les sorprendió,
reponiendo las cosas rápidamente y llamando a un Sacerdote de Anubis
para que colocase los Sellos del Chacal sobre los falsos muros que
hacían las veces de puertas.
A Howard Carter debemos, con la dudosa financiación de Lord Carnavon
(éste se dedicaba, entre otras cosas, al tráfico ilegal de
antigüedades), el que tantos tesoros hayan llegado con muy poca merma a
ser expuestos en el Museo de El Cairo, y luego en muchos otros países.
Este busto del Faraón es del estilo amarniano impuesto por
Akhenatón, que con algunas reformas sobrevivió durante el reinado de
Tutankhamón y sus sucesores. |