La ciudad de Menfis rendía culto a esta diosa, hija del dios Ra, el
Sol creador, y esposa de Ptah, dios pacífico y tranquilo, protector de
los artistas. En Egipto se le llamaba «La Poderosa», «La Señora», y
su energía alcanzaba incluso a los guerreros, quienes también la
tomaron como patrona, ya que Sekhmet es la diosa de la guerra.
Representa la voluntad y la fuerza del alma. Simboliza el destino,
entendido éste como aplicación de la ley de causa y efecto, es decir,
ejecuta sobre la Tierra los designios divinos. Sus garras tenían fama
de alcanzar a todo hombre que faltase a la ley.
Entre los antiguos egipcios la observación del ciclo anual del Nilo,
con las crecidas del río alternando con las sequías, creó el mito de
esta diosa. Shu, el espíritu, y Thot, dios de la sabiduría, fueron a
buscarla a los desiertos orientales de Nubia, donde habitaba, y
consiguieron apaciguarla. La leona de fuego tomó entonces el carácter
de diosa-gata Bastet, felina amable, que era quien traía las crecidas
fertilizantes del Nilo.
En la pieza que aquí presentamos, de pie, la diosa Sekhmet tiene
cabeza de leona, y su mirada, con cejas en forma de acento circunflejo,
le dan un aspecto temible y feroz. En su mano porta el Ankh, o
«Llave de la Vida». |