El Imperio Nuevo, el más conocido de toda la civilización egipcia,
fue probablemente el período dinástico de mayor apogeo y esplendor
artístico. A él pertenece esta cabeza de alguna princesa de
Tell-el-Amarna, capital de Egipto durante el período de Akhenatón
(también llamado Amenofis IV). Hay quien afirma que pertenece a
la época del faraón Amenofis III «el magnífico»; aunque también ha
habido quien ha sugerido la posibilidad de que esta cabeza represente al
faraón Tutankhamón, que fue quien trasladó la capital de Egipto
nuevamente a Tebas.
El original de la pieza está revestido de pasta vítrea de dos
tonalidades azules. El corte oblicuo de los ojos al estilo
«extremo-oriental» (que en el mismo arte del Extremo Oriente será
más bien un distintivo estilístico que una nota racial) corresponde a
la finísima sensibilidad lineal, que constituye una de las constantes
más destacadas del arte de Amarna.
La delicadeza y la proporción de los rasgos, la elegancia del
conjunto, transmiten una gran belleza, y ponen de manifiesto la
preocupación que la mujer egipcia tenía por su belleza y su aspecto
general, como lo demuestran la gran cantidad de objetos de tocador,
recipientes para perfumes, espejos, peines, etc., que han sido
encontrados. Esta belleza, y la serenidad en la mirada, nos
sugieren una vez más el extraño y profundo misterio que encierra en
general todo el arte egipcio. |