Cuando nace el Universo, cuando los principios diferenciados han
comenzado a vivir, de Geb y de Nut, nace Osiris. Él representa la
primera Edad de Oro de los hombres, encarnando el poder unificador y la
preservación de la Justicia.
Principio civilizador, Osiris representa al hombre celeste que ha
realizado todas las pruebas. Fue el primer Ser que después de la muerte
pudo renacer a una nueva vida y erigirse soberano del reino de los
muertos. Por ello, los muertos se presentaban ante él y su
tribunal, una vez atravesada la «Puerta de las Tinieblas», para el
juicio del alma.
La ciudad de Abydos rendía culto a Osiris, soberano de la eternidad,
dios de los muertos, y uno de los principales dioses en la mitología
egipcia, a juzgar por la obra de Plutarco de Caeronea (alrededor del 120
a.C.), Sobre Isis y Osiris. Según el mito, Osiris fue asesinado
por su hermano Seth, pero su esposa Isis lo resucitó después de haber
reunido sus miembros dispersos. Cada año se celebraba en Egipto su
resurrección, como signo de renovación general; por ello, Osiris es
también el dios del renacimiento y de la vegetación (que se renueva
todos los años).
En la pieza que aquí vemos se le representa como un hombre
momificado. Brazos cruzados sobre el pecho a la altura de las muñecas,
el dios-rey tiene los dos atributos del poder: el látigo Nekheh
sobre el hombro derecho, y el gancho o cetro Hega sobre el
izquierdo, símbolos del rechazo y de la atracción, de la severidad y
del amor. Sobre su frente lleva el Oreus, serpiente cobra
protectora de la realeza, descendiendo a lo largo de su alta tiara
flanqueada con dos plumas de avestruz, las plumas de Amón; la corona,
generalmente se representa truncada en la punta para sostener un
pequeño disco solar, recordando que es también el enviado nocturno del
dios Ra. El pilar o columna de la estabilidad Djed
(símbolo de lo que se apoya eficazmente en la Tierra) se asociaba a
Osiris, considerándose incluso un emblema de este dios. |