Isis, hermana y esposa de Osiris, es la segunda deidad de la
«Tríada Osiriana». Es la Diosa Virgen-Madre; la Naturaleza
personificada. Simboliza la Tierra, la materia primordial
fecundada por el Espíritu, y de ella nacerá el mundo (Horus).
Horus simboliza el Sol, y en el solsticio de invierno, nuestra
Navidad, su imagen en forma de niño recién nacido era sacada del
templo para exponerla a la adoración del pueblo. Horus es el «Christos»,
y como sucede en la religión cristiana, la egipcia esperaba que al fin
de los tiempos encarnara en la Tierra para gobernarla en nombre de su
Padre (Osiris), dando lugar a una nueva Edad de Oro.
El aspecto maternal de Isis se nos muestra en esta pieza, en la que
Isis amamanta al niño solar, Horus. Esta imagen de Isis y Horus niño
nos recuerda la más conocida de la Virgen con el Niño Jesús. En
realidad, con la llegada del cristianismo, el título de Mut-Netcher
o «Madre de Dios» sería transferido a la Virgen María.
En los laterales y parte trasera del trono sobre el que se sienta la
diosa vemos representadas varias flores de loto. Además del Ankh
(«Llave de la Vida»), y el Nudo de Isis, el loto era una planta cuyo
contenido simbólico estaba asociado a esta diosa. El loto simboliza el
renacimiento del Sol, la fecundidad y la fertilidad, ligadas a la tierra
y al agua. Al igual que el nenúfar -más utilizado entre los mayas-, el
loto pertenece a la especie de las ninfeas que, sobre las aguas, abren
su corola al alba y la cierran al atardecer. En algunas culturas de la
antigüedad esta planta con pétalos de color blanco lechoso se
identificaba como «la leche de las mujeres», y sus hojas se daban a
comer a las mujeres lactantes y a hembras del ganado que habían parido.
Perteneciente al Bajo Imperio, esta escultura denota un estilo que
regresa nuevamente a las formas arcaicas, como se aprecia en el
tratamiento de la faldilla y en el peinado, más abreviado y simple que
los que aparecen en el Imperio Medio y en el Imperio Nuevo. |