Instrumentistas

 

 

Egipto. Tumba de Nakt.

Dinastía XVIII.

Época de Tutmosis IV.

Hacia 1450 a.C.

 

Alto: 18, ancho: 28

 

 

 

Zirconio

85 €

 

Policromado

150 €

 

Parece ser que la música fue una de las distracciones principales en Egipto, dada la impresionante cantidad de instrumentos musicales encontrados en las tumbas. Era para los egipcios fuente de placer, de relajación, y para los más pobres el medio de procurarse ingresos suplementarios alquilando sus servicios para acompañar los cantos, las danzas y la música de las numerosas fiestas y ceremonias que jalonaban el año.  Por otra parte, algunas de las enfermedades oculares, y aún la misma ceguera, predisponían a estos enfermos a convertirse en músicos.  Muchos arpistas eran ciegos.

Para saber cómo se practicaba la música en esa época hay que observar las escenas musicales representadas en las tumbas.  Vemos que el instrumento principal parece haber sido el arpa, alrededor del cual se reunían hombres y mujeres, cantando y aplaudiendo para marcar el ritmo. La flauta también se empleaba mucho entre los egipcios; inclusive es frecuente ver una bailarina ritmando sus pasos al son de la flauta que ella misma toca.

Se ha llegado a decir que Egipto es el país de las bailarinas.  Las encontramos hasta en calidad de personajes de la literatura, como en la novela de cruzados de Walter Scott, Ivanhoe, y en Nuestra Señora de París. La danzante egipcia, con un poco de brujería y cartomancia, fue un tipo popular de la Edad Media en occidente.  Las tumbas tebanas reproducen con abundancia a estas artistas que cantan, saltan, y a veces forman orquestas, con un encanto que radicaba más en su arte que en su belleza.  Sabían extraer de los simples instrumentos de la antigüedad efectos casi mágicos. Aunque no podemos darnos cuenta de lo que era la música egipcia, ya desde la época de las pirámides, la música debió ser la gran fuerza de Ra.

En la pieza que aquí presentamos vemos una flautista, una arpista y una joven tocando la tiorba.Este último instrumento estaba hecho con un caparazón de tortuga recubierto con piel de gacela tensada, perforada con seis agujeros que daban la resonancia; se supone que el sonido obtenido era similar al de nuestro banjo actual, o quizás al de la bandurria de una sola cuerda que todavía usan los negros africanos.  Las tres instrumentistas llevan sobre la cabeza pequeños conos de incienso que iban consumiéndose durante el día, con el fin de perfumar su cuerpo y su cabello.

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