Horus

modelo de escultor

 

 

Egipto. Alrededores

de El Cairo.

Hacia 1400 a.C.

Museo Histórico Artístico

de Viena.

 

Alto: 10, ancho: 10

 

Zirconio

(con pedestal)

Bronce - Zirconio

(con pedestal)

90 €

 

El aprendizaje de las llamadas Bellas Artes en el antiguo Egipto seguía una tradición de Discipulado.  La pintura y la escultura eran un Arte Sagrado y no cabía la afirmación personal mediante la creación de nuevos diseños.  Más bien el artista debía buscar plasmar el espíritu de unos arquetipos invisibles, los Dioses, en representaciones cada vez más depuradas por una larga tradición.  Así, los modelos eran fijos, y el discípulo de un arte, en este caso la escultura, se ejercitaba copiando una y otra vez los patrones que le proporcionaba su maestro, y de los cuales se han encontrado varios en los talleres (como este modelo).  Inclusive se ha encontrado el modelo original y junto a él la copia, algo deformada, del aprendiz.

El tipo de halcón aquí representado es esencialmente igual al más antiguo conocido, unos dos mil años antes, y al más reciente, mil años después, testimoniando con su inmortalidad la importancia simbólica que tuvo este ave en el Antiguo Egipto.

Dueño indiscutible del cielo egipcio, el halcón peregrino era considerado un ave sagrada. Varios dioses, especialmente Horus, eran representados bajo la forma de un halcón o de un hombre con cabeza de halcón. Personifica al Cielo y al Sol desde los cultos predinásticos.  Su combate contra Seth, el lado oscuro de Osiris, relatado en la leyenda de este último, hace de él el Unificador del doble país, el Alto y el Bajo Egipto, y Señor de la Realeza.  De su unión con Isis nacerán los cuatro hijos de Horus, guardianes de los cuatro vasos canopes continentes de las vísceras del difunto embalsamado.

© Taller HORUS