Esta réplica del halcón Horus, corresponde a un dios de naturaleza
esencialmente solar; representa al «mediador», «lo que está entre».
Es el último de la serie de los soberanos divinos en Egipto, y de él
se dice que era hijo de Osiris. Es el gran Dios Amado de los Cielos,
amado del Sol, vástago de los Dioses, subyugador del Mundo.
Cósmicamente es el Sol del invierno. En el solsticio de invierno,
muestra Navidad, su imagen, en forma de niño recién nacido, era sacada
del santuario para exponerla a la adoración del pueblo. Horus es el
«Christos», símbolo del Sol, y como sucede con la religión
cristiana, la egipcia esperaba que al fin de los tiempos encarnara en la
Tierra para gobernarla en nombre de su padre, dando lugar a una nueva
Edad de Oro. Como Horus es la representación de la bóveda celeste, se
dice de él que ha venido del Maem Misi, el sagrado lugar nativo, la
Matriz del Mundo, y es, por lo tanto, el místico Niño del Arca
o argha, símbolo de la matriz.
Horus es una divinidad casta, “y de igual manera que Apolo, no
tiene amores”. Su papel en el mundo inferior está relacionado con el
Juicio. Presenta las almas al Juez, su Padre. Sobre él canta un
antiquísimo himno: «Por él el mundo es juzgado. El
Cielo y la Tierra se hallan bajo su presencia inmediata; gobierna a
todos los seres humanos. El Sol da vueltas conforme a su
voluntad. Produce la abundancia y la distribuye a toda la
Tierra. Todos adoran su belleza. Dulce es su amor en nosotros». |