Esta estela del Imperio Medio pertenece a un gran dignatario egipcio,
y fue encontrada en Abydos. Su objeto central lo constituye el Ankh, la
cruz egipcia, también llamada «cruz ansata» o cruz con asa, y Llave
de la Vida.
La cruz es un antiguo símbolo encontrado en numerosas culturas y
tradiciones. Su significado más general es la conjunción de
contrarios: lo positivo (vertical) y lo negativo (horizontal), lo
superior y lo inferior, la vida y la muerte. Esta conjunción de
contrarios ha dado al símbolo también un sentido agónico de lucha y
de instrumento de martirio.
En Egipto el Ankh era símbolo de inmortalidad, de una eternidad sin
principio ni fin. En el sistema jeroglífico egipcio el Ankh significaba
«vida» y «vivir», y entraba en la composición de palabras como
salud, felicidad y análogas.
También representa la figura esquematizada de un hombre, y simboliza
el despertar de la conciencia, representada por el círculo que emerge
sobre el horizonte del Océano Primordial. Este despertar es el
primer paso hacia el «conócete a ti mismo»; en una segunda fase, esa
nueva conciencia, esa capacidad de vida, ese Ankh se convertirá en
herramienta que partirá hacia una nueva búsqueda: la Iniciación en el
Espacio. En esta Iniciación el candidato se convierte en «Horus
el Combatiente», el que, habiendo descubierto el Universo, debe ahora
cumplir una misión, vencer una prueba y llegar a ser dueño de sí
mismo, de aquello que lo ata al mundo de la materia (este mito prefigura
el de los héroes griegos clásicos tales como Teseo frente al
Minotauro, o Heracles). El candidato, victorioso, podía gritar
naturalmente:
«¡Oh Osiris!
Señor de todo lo manifestado,
Grande y Majestuoso,
¡Ya he llegado!
Soy el Disco cada día,
he surgido de Nun (Océano Primordial)
y mi alma... ¡es Dios!»
Por último, el trazo vertical del Ankh nos habla del sendero que
debe recorrer el hombre para acceder a la divinidad.
A ambos lados del Ankh aparecen dos ushabtis, y en la parte
superior vemos el Escarabajo Sagrado. En Egipto el Escarabajo
Sagrado era el más venerado, así como el más frecuente y familiar de
todos los símbolos. No hay momia que no tenga alguno; y era el
adorno favorito en grabados, muebles caseros y utensilios.
Simboliza el renacimiento, la resurrección, la capacidad de elevarse
desde lo terrestre hacia mundos más sutiles, y también al Discípulo,
aquel que se transforma en un ser más espiritual. De la misma forma que
este coleóptero abre sus élitros y despliega unas finas alas, el
corazón del hombre, el mundo de las apariencias, debía someterse y
romperse para liberar al Escarabajo Alado de su interior: el
Espíritu. El mismo nombre egipcio del escarabajo, kheper,
que significa ser, llegar a ser, hacerse, formar o construir de nuevo,
nos da idea de su simbolismo. En esta estela lleva grabados sobre sus
élitros dos oudjahd ("ojos de luz"), y las
representaciones de Isis y Horus. |