Las divinidades que componen la llamada «tríada osiriana», familia
de dioses cuyo principal santuario estaba situado en Abydos (Alto
Egipto), decoran la parte superior de esta gran estela de diorita,
dedicada por un jefe de dibujantes de Amón llamado Dedia.
En el centro está Osiris, el dios de los muertos, con los brazos
plegados sobre su pecho en actitud ritual. Tiene sus dos atributos: el
cetro Hega y el látigo Nekheh. En su cabeza la corona Atef,
alto tocado parecido a la corona del Alto Egipto, encuadrado aquí con
plumas. Con un gesto de protección, la diosa Isis pone su mano sobre el
hombro de su esposo. Ella lleva su tocado habitual, un disco lunar que
reposa sobre dos cuernos de vaca. A la derecha de Osiris está su hijo
Horus, primer soberano del Egipto faraónico, que se encarna como poder
real a través del faraón; aparece representado con una cabeza de
halcón y tocado con la doble corona: como unificador de los dos
Egiptos, el Alto y el Bajo Egipto (el Egipto divino o celeste, y
el terrenal).
Las inscripciones jeroglíficas dan los nombres de los dioses
representados y los de cuatro personajes llamados los «cuatro hijos de
Horus», que están relacionados con la ceremonia funeraria de la
momificación. Entre los personajes, en la parte inferior, se distingue
dos veces la Nébrida (1),
emblema del dios Anubis, Señor de las necrópolis: es una piel
suspendida en un poste que sería, según la leyenda, la piel del dios
Anty, despellejado por haber cometido sacrilegio.
El estilo de la obra y la identidad de su propietario, que trabajó
particularmente en el templo de Karnak, permiten fijar la fecha: final
de la Dinastía XVIII, principios de la XIX (hacia 1300 a.C.).
(1) La Nébrida tiene un valor curativo, pues, de muy antiguo,
Anubis representa un papel en el embalsamiento y en el don de la vida
acordada a la momia, cerca de la cual suele representárselo. La
Nébrida desempeñó un papel que permite compararla con Imuthés, el
Asclepios egipcio en el tardío Libro de las Transformaciones. |