Espejo egipcio

 

 

Egipto. Finales del Imperio Nuevo.

Entre 1300 y 1000 a.C.

Original de bronce.

Museo del Louvre. París.

 

Alto: 23, ancho: 11

 

 

Bronce

125 €

 

 

Bronce Fundición

- Oro

 

El arte egipcio se expresó también en piezas humildes de uso cotidiano, que no obstante ponen de manifiesto la misma perfección alcanzada en templos y esculturas.

Este objeto de tocador está formado por un disco de bronce que descansa sobre el mango delicadamente cincelado. Representa una joven desnuda, ataviada con una larga peluca y un collar, que evoca el rostro de Hathor, la Diosa Madre de Egipto. Con el brazo izquierdo recogido en un gracioso gesto, aprieta una golondrina contra su pecho. Como todas las aves, la golondrina es símbolo del alma, de lo celeste y lo espiritual; pero, además, es el ave mensajera de la primavera, simbolizando el perpetuo retorno y la resurrección.

El espejo, como tal, contiene un simbolismo muy rico, de ahí que no sea casual que en muchos cuentos y leyendas se hable de un “espejo mágico”. Se ha dicho que es un símbolo de la imaginación, o de la conciencia, como capacitada para reproducir los reflejos del mundo visible. Y los espejos de mano, particularmente, son emblema de la verdad; de ahí la frase que figura sobre un espejo chino en el Museo de Hanoi: “Como el Sol, como la Luna, como el agua, como el oro, sé claro y brillante, y refleja lo que hay en tu corazón”.

© Taller HORUS