Fotografia de la Pieza  

Vaso chino

Ding

 

 

Norte de Pekín.

Dinastía Shang.

Siglos XII - X a.C.

 

Alto: 16, ancho: 18, prof.: 14

 

 

Bronce-Fundición

705 €

 

Las excavaciones arqueológicas y los descubrimientos en las tumbas de la Dinastía Shang demuestran que, durante esta época, China había logrado un desarrollo cultural extraordinario. A la incomparable belleza de los jades, las esculturas de mármol, y objetos para el adorno y la limpieza de extremada finura, hay que añadir el esplendor y la belleza de los bronces, aún no superados.

El nombre de Ngan-yang está unido arqueológicamente al descubrimiento de los bronces Shang, cuya perfección representa la primera cima del arte chino. La fundición es perfecta, las formas son de belleza y elegancia incomparables, la técnica es muy estudiada. Todo ello parece indicar una larga evolución anterior, de la cual, desgraciadamente, no se sabe nada. Y aún cabe añadir que su larga estancia en tierra les ha proporcionado una pátina admirable. Puede afirmarse que estos bronces son una de las más importantes obras maestras artísticas de la humanidad.

La fundición del metal era una operación mágica, como en la mayor parte de los pueblos de la antigüedad. Existen narraciones que hablan del «herrero-mago», que conseguía un fundido perfecto. Una tradición cuenta que hubo un cierto emperador que se hizo fundir nueve vasos trípode li, para cada una de las nueve provincias del imperio; estos vasos li poseían poderes mágicos, rechazaban las malas influencias y podían cocer mágicamente los alimentos sin necesidad de fuego. Parece ser que a la caída de los Chou (1030-256 a.C.) se perdieron, y algunos emperadores -entre ellos Ts’in She Huang-ti- intentaron recuperarlos, aunque sin éxito.

Los bronces más antiguos han sido fundidos por el procedi­miento de la “cera perdida”, consistente en recubrir un molde a prueba de fuego, que da el interior del vaso, con una capa de cera que tiene el espesor que deba tener el bronce. Todo ello se encierra en un molde exterior de una sola pieza, incluidos todos los accesorios: asas, aristas, decoraciones, etc. El metal fundido disuelve la cera que escapa por una abertura, y penetrando en lugar de ésta, adquiere la forma de los moldes concéntricos.

Los tipos de formas de los bronces de Shang son fijas y no cambiarán apenas a través de los siglos. Son formas religiosas o rituales, porque estaban destinados a contener ofrendas en los sacrificios (carnes, cereales, bebidas). Los rituales redactados al final del período Chou describen los principales tipos de bronces y otros utensilios sagrados, clasificándolos en tres categorías:

1ª) las escudillas y cacerolas destinadas a la preparación de los alimentos sólidos, la carne en particular (ding, yi, tuen, etc.);

2ª) los vasos destinados a presentar los sacrificios de frutas y granos (hien, kuei, tuei, etc.),

3ª) los tazones y copas destinados a contener las libaciones, el vino, ciertas especies de cerveza, y el agua (tsuen, li, ku, huo, hu, yeu, kuang, tsio, etc.).

La mayor parte de los bronces Shang están completamente decorados en su parte externa: animales, dragones, espirales, figuras geométri­cas..., como vemos en el vaso que aquí nos ocupa. Es de los llamados ding (o ting), los vasos más antiguos, en forma de tazón, a veces rectangulares o cuadrados (fang ding). Estaban destinados a sostenerse encima del fuego mediante tres patas, y llevaban dos asas en forma de hebilla, por medio de las cuales se podían levantar cuando estaban calientes, con ayuda de un bastón. El ding aparece ya en la cerámica prehistórica y simboliza la casta de los antepasados con todo su poder. Apoderarse de los ding de un adversario era como destruir su casa y debilitar su fuerza. Servía de caldero para cocer las viandas y los alimentos en el momento de los sacrificios a los antepasados. Los pies del ding recuerdan las patas de los toros, y la tapa lleva un gran botón en el centro. El ding circular, como el que representa esta bella pieza, simboliza el Cielo; el rectangular, la Tierra.

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