Las excavaciones arqueológicas y los descubrimientos en las tumbas
de la Dinastía Shang demuestran que, durante esta época, China había
logrado un desarrollo cultural extraordinario. A la incomparable belleza
de los jades, las esculturas de mármol, y objetos para el adorno y la
limpieza de extremada finura, hay que añadir el esplendor y la belleza
de los bronces, aún no superados.
El nombre de Ngan-yang está unido arqueológicamente al
descubrimiento de los bronces Shang, cuya perfección representa la
primera cima del arte chino. La fundición es perfecta, las formas son
de belleza y elegancia incomparables, la técnica es muy estudiada. Todo
ello parece indicar una larga evolución anterior, de la cual,
desgraciadamente, no se sabe nada. Y aún cabe añadir que su larga
estancia en tierra les ha proporcionado una pátina admirable. Puede
afirmarse que estos bronces son una de las más importantes obras
maestras artísticas de la humanidad.
La fundición del metal era una operación mágica, como en la mayor
parte de los pueblos de la antigüedad. Existen narraciones que hablan
del «herrero-mago», que conseguía un fundido perfecto. Una tradición
cuenta que hubo un cierto emperador que se hizo fundir nueve vasos
trípode li, para cada una de las nueve provincias del imperio;
estos vasos li poseían poderes mágicos, rechazaban las malas
influencias y podían cocer mágicamente los alimentos sin necesidad de
fuego. Parece ser que a la caída de los Chou (1030-256 a.C.) se
perdieron, y algunos emperadores -entre ellos Ts’in She Huang-ti-
intentaron recuperarlos, aunque sin éxito.
Los bronces más antiguos han sido fundidos por el procedimiento de
la “cera perdida”, consistente en recubrir un molde a prueba de
fuego, que da el interior del vaso, con una capa de cera que tiene el
espesor que deba tener el bronce. Todo ello se encierra en un molde
exterior de una sola pieza, incluidos todos los accesorios: asas,
aristas, decoraciones, etc. El metal fundido disuelve la cera que escapa
por una abertura, y penetrando en lugar de ésta, adquiere la forma de
los moldes concéntricos.
Los tipos de formas de los bronces de Shang son fijas y no cambiarán
apenas a través de los siglos. Son formas religiosas o rituales, porque
estaban destinados a contener ofrendas en los sacrificios (carnes,
cereales, bebidas). Los rituales redactados al final del período Chou
describen los principales tipos de bronces y otros utensilios sagrados,
clasificándolos en tres categorías:
1ª) las escudillas y cacerolas destinadas a la preparación de los
alimentos sólidos, la carne en particular (ding, yi, tuen,
etc.);
2ª) los vasos destinados a presentar los sacrificios de frutas y
granos (hien, kuei, tuei, etc.),
3ª) los tazones y copas destinados a contener las libaciones, el
vino, ciertas especies de cerveza, y el agua (tsuen, li, ku, huo,
hu, yeu, kuang, tsio, etc.).
La mayor parte de los bronces Shang están completamente decorados en
su parte externa: animales, dragones, espirales, figuras
geométricas..., como vemos en el vaso que aquí nos ocupa. Es de los
llamados ding (o ting), los vasos más antiguos, en forma
de tazón, a veces rectangulares o cuadrados (fang ding). Estaban
destinados a sostenerse encima del fuego mediante tres patas, y llevaban
dos asas en forma de hebilla, por medio de las cuales se podían
levantar cuando estaban calientes, con ayuda de un bastón. El ding
aparece ya en la cerámica prehistórica y simboliza la casta de los
antepasados con todo su poder. Apoderarse de los ding de un
adversario era como destruir su casa y debilitar su fuerza. Servía de
caldero para cocer las viandas y los alimentos en el momento de los
sacrificios a los antepasados. Los pies del ding recuerdan las
patas de los toros, y la tapa lleva un gran botón en el centro. El ding
circular, como el que representa esta bella pieza, simboliza el Cielo;
el rectangular, la Tierra. |