En las excavaciones arqueológicas realizadas en diversas tumbas a
través de Honán (provincia del Norte de China) y en las tumbas de
Astana, cerca de Turfán, se hallaron una gran cantidad de estatuas
funerarias de barro cocido, representando caballos, camellos,
danzarinas, músicos, damas, etc., pertenecientes a la Dinastía Tang
(618-906), una de las épocas de mayor esplendor en la historia de
China.
Son las ming-k’i, figurillas funerarias que se colocaban en
las tumbas (denominadas por algunos «tanagras de China», por su
analogía con las estatuillas de barro cocido griegas), y que han
permitido apreciar muy bien los detalles de la vida cotidiana de la
época.
El modelo de dama representado generalmente es el de una mujer
poseedora de una gracia delicada, de actitud fina y elegante, con la
silueta esbelta, señalando hacia abajo el ensanchamiento del traje
recto y largo. Las mangas muy largas esconden parte de las manos; la
cara es redondeada, con la mejillas llenas, y va coronada por un peinado
alto con grandes cocas levantadas, que recuerdan las siluetas de las
miniaturas europeas primitivas del siglo XIII.
Este tipo de belleza Tang, que se vuelve a encontrar en las pinturas
de la época, sería sin duda el de la célebre favorita del emperador
Hiuan-tsong (713-755), la hermosa y famosísima Yang Kuei-fei. Y queda
también patente en la pieza que aquí presentamos, cuyo original, de 36
cm de altura, está realizado en cerámica con restos de cubierta
blanca. Se trata de una dama de la Corte que sostiene un objeto redondo
en su mano izquierda (quizás una manzana); con la otra mano levanta
ligeramente su vestido, dejando ver las puntas de los pies. El cuello al
descubierto, la expresión serena y amable del rostro, y el gran peinado
sobre la cabeza realzan aún más la esbeltez y elegancia de esta bella
dama. |