Fotografia de la Pieza  

Princesa

china

 

 

Siglos VII - VIII.

Original de cerámica.

Museo Guimet. París.

 

Alto: 36, ancho: 9, prof.: 9

 

 

Mármol - Resina

185 €

 

En las excavaciones arqueológicas realizadas en diversas tumbas a través de Honán (provincia del Norte de China) y en las tumbas de Astana, cerca de Turfán, se hallaron una gran cantidad de estatuas funerarias de barro cocido, representando caballos, camellos, danzarinas, músicos, damas, etc., pertenecientes a la Dinastía Tang (618-906), una de las épocas de mayor esplendor en la historia de China.

Son las ming-k’i, figurillas funerarias que se colocaban en las tumbas (denominadas por algunos «tanagras de China», por su analogía con las estatuillas de barro cocido griegas), y que han permitido apreciar muy bien los detalles de la vida cotidiana de la época.

El modelo de dama representado generalmente es el de una mujer poseedora de una gracia delicada, de actitud fina y elegante, con la silueta esbelta, señalando hacia abajo el ensanchamiento del traje recto y largo. Las mangas muy largas esconden parte de las manos; la cara es redondeada, con la mejillas llenas, y va coronada por un peinado alto con grandes cocas levantadas, que recuerdan las siluetas de las miniaturas europeas primitivas del siglo XIII.

Este tipo de belleza Tang, que se vuelve a encontrar en las pinturas de la época, sería sin duda el de la célebre favorita del emperador Hiuan-tsong (713-755), la hermosa y famosísima Yang Kuei-fei. Y queda también patente en la pieza que aquí presentamos, cuyo original, de 36 cm de altura, está realizado en cerámica con restos de cubierta blanca. Se trata de una dama de la Corte que sostiene un objeto redondo en su mano izquierda (quizás una manzana); con la otra mano levanta ligeramente su vestido, dejando ver las puntas de los pies. El cuello al descubierto, la expresión serena y amable del rostro, y el gran peinado sobre la cabeza realzan aún más la esbeltez y elegancia de esta bella dama.

© Taller HORUS