Fotografia de la Pieza  

Guardian

de la tumba

Auriga

 

Dinastía Qin. Siglos III - II a.C.

Originales de terracota.

Museo del Mausoleo del emperador

Ch’in Shih Huang Ti.

Lintong Xian, provincia de Shaanxi.

 

Alto: 20, ancho: 6, prof.: 7

 

Mármol - Resina

75 €

 

Vemos aquí reproducidos a un guardian de la tumba del emperador Ch’in Shih Huang Ti (259-210 a.C.), perteneciente a la Dinastía Ch’in (o Qin). Fueron hallados en unas excavaciones del año 1977 en la Necrópolis de Lishan (Monte Li), En Lintong Xian, a 800 km al suroeste de Pekín, y desde entonces se han desenterrado aproximadamente unos 7.000 soldados. El Túmulo, aún sin excavar, se construyó en el centro de una especie de “ciudad espiritual”, doblemente amurallada, cuyo exterior guardaban precisamente estos soldados. El complicado tocado de sus cabezas, con una conseguida formación de trenzas en algunos casos, sus uniformes y sus ademanes, reafirman la hipótesis de que se trataba de tropas de élite, casi con seguridad la guardia personal del emperador.

Cada cabeza reflejaba un retrato individual y era maciza. A posteriori, se colocaba sobre el tronco hueco. Finalmente, las piernas, macizas como la cabeza, soportaban el peso total del conjunto, casi un cuarto de tonelada. También las manos son macizas, unidas a los brazos huecos. Las muy variadas armaduras se remataban en el cuello con alguna pieza que permitiese el engarce de la cabeza: solapas, una especie de pañuelo, o alguna pieza de la misma armadura. Además, otros elementos completaban cada una de las esculturas, aumentando su valor artístico: placas rectangulares en las armaduras, jubones de algodón, hombreras de cuero recubiertas de hierro con los remates de unión aumentando el adorno, etc.

Las cabezas debieron ser la parte más costosa en la realización, pues no encontramos dos rostros iguales: la serenidad del veterano frente a la impaciencia de la juventud, la reflexión y altivez de los jefes frente a la indiferencia del soldado raso. Tampoco hay dos tocados iguales; a veces el pelo está celosamente recogido en diversas trenzas que conformarán el adorno final en moño; otras veces el pelo quedaba cubierto por un tocado que se anudaba debajo del mentón... Mejillas rasuradas, bigotes, barbas, perillas, labios finos o gruesos, ojos fieros o dulces, todo ayudaba a lograr la mayor galería de retratos de la historia. Una sola cosa es uniforme, la resolución: todos están atentos ante lo que pueda avecinarse, en ningún rostro asoma la indecisión o la fatalidad de que pronto ha de morir.

En algunas terracotas quedan aún restos de pintura, incluso se suelen encontrar manchas de color a los pies de ellas; es pintura mineral: rojo, rosa, anaranjado, púrpura, azul, amarillo, verde, marrón, gris, blanco y negro. Se pintaron después de salir del horno.

Este ejército de titanes (1,86 m de altura media) resume el sueño del emperador que conquistó y unificó China. Lanceros, carros ligeros, ballesteros, infantes acorazados..., todos los elementos nos hablan del alto grado de eficacia militar que llegó a tener el ejército de Ch’in. Ejército que debía protegerle durante las “cien mil generaciones” que habría de durar su imperio, lo que los ucesores llamaron el Chung-Kuo, o «Reino Giratorio».

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