El dragón es un animal fabuloso, figura simbólica universal, que se
encuentra en la mayoría de los pueblos del mundo, tanto en las culturas
primitivas y orientales como en las clásicas. Un examen morfológico de
los dragones legendarios nos autoriza a ver en ellos una combinación de
distintos elementos, tomados de animales especialmente agresivos y
peligrosos: serpientes, cocodrilos, leones, y también animales
prehistóricos. Así pues, el dragón es “lo animal” por excelencia,
el enemigo primordial con el que se librará el “gran combate”, la
“gran prueba”, en la que podemos ver representados a Perseo,
Sigfrido, San Jorge, San Miguel Arcángel, etc.
Sin embargo, el simbolismo del dragón encierra multitud de
significados. Así por ejemplo, Plinio, Galiano, y Pascal (De Coronis,
IX) atribuyen a los dragones las propiedades de fuerza y vigilancia; su
vista es agudísima, y por ello, aparte de su sentido terrorífico, son
los «guardianes de los templos y tesoros».
Posiblemente, China es el lugar donde el dragón ha alcanzado una
mayor difusión y transfiguración incluso. Es el emblema del poder
imperial. Mientras el emperador usa el dragón de cinco garras en sus
ornamentos, los oficiales de la corte sólo pueden usar el de cuatro
garras. Según Diel, el dragón genérico chino simboliza la perversión
sublimada y superada, pues, implícitamente, se trata de un «dragón
domado», como el que obedece a San Jorge después de haber sido
derrotado por el santo.
También es frecuente en los textos chinos arcaicos la asociación
dragón-rayo-lluvia-fecundidad, por lo que este animal fabuloso es el
elemento de relación entre las aguas superiores y la tierra. «La
tierra se une al dragón» significa que llueve. Sin embargo, no se
puede generalizar en la mitología china, pues hay dragones
subterráneos, aéreos y acuáticos. Desempeña, pues, un importante
papel de intermediario entre las potencias cósmicas, entre las fuerzas
distribuidas según los tres estadios esenciales: alto (espíritu),
medio (vida y manifestación), y bajo (fuerzas inferiores y telúricas).
La escultura china durante el período Han -período al que pertenece
la pieza que nos ocupa- se caracteriza por la abundancia en
representaciones artísticas de animales. Así, en relieves funerarios,
esculturas y pinturas, vemos al cuervo solar, a la liebre lunar
preparando el «elixir de la inmortalidad» taoísta, al zorro mágico
con nueve colas, genios alados, pájaros con cabeza humana..., y, por
supuesto, al dragón. Con frecuencia aparecen también los símbolos
clásicos de los cuatro puntos cardinales: el Tigre Blanco del Oeste, el
Dragón Azul del Este, el Pájaro Rojo del Sur, y el Guerrero Negro del
Norte, representado por una tortuga derribando al dragón. La esbeltez
de las formas; una elegancia un tanto nerviosa, con movimientos
enérgicos, y una tendencia al alargamiento, caracterizan el arte de la
época. Buena muestra de ello es el dragón que aquí presentamos, claro
exponente del arte chino de los Han. |