Fotografia de la Pieza  

Caballo

chino

 

 

Dinastía Tang.

Del 618 al 907 d.C.

 

Alto: 22, ancho: 9, prof.: 29

 

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El período de los Tang corresponde a una de las épocas más importantes de la historia de China, tanto desde el punto de vista político como desde la vertiente cultural; dicha dinastía consiguió trescientos años de prestigio, de vitalidad, de expansión y creación literaria y artística. La escultura en este período se caracteriza por un evidente gusto épico, y por una impresión de dignidad, fuerza y seguridad, alejada de la dulzura gupta. Eso se ve, por ejemplo, en los bajorrelieves que representan los seis caballos de la tumba del emperador Taizong (627- 649), que muestran un gran realismo en la realización del cuerpo y la captación del movimiento de los animales. Este dominio en la representación animalística aparece también en el caballo alado o en los colosales leones guardianes de la tumba del emperador Gaozong (650-683), y en otras esculturas de perros de caza, camellos, búfalos, etc.

Los caballos Tang son extraordinariamente naturales; están representados en reposo o relinchando, haciendo cabriolas o galopando; son animales nobles, hermosos, de patas finas, cabeza esbelta, aunque más musculosos que los grandes caballos tártaros de las estepas de los Wei. Los chinos conocían y apreciaban mucho a los caballos y habían cruzado los suyos indígenas con los sementales de Persia, el caballo al que nosotros denominamos árabe, y las figurillas Tang representan la hermosa mezcla, que montaban fácilmente las bellas amazonas chinas. Los poetas Tang de la corte describen las cabalgadas de Yang Kuei-fei por los grandes parques de la capital, así como las partidas de polo que las amazonas imperiales jugaban en los jardines de palacio.

De la bella pieza que aquí presentamos, cabe mencionar la forma de tratar ciertos detalles como el robusto cuello con las crines cortas, orejas enhiestas y hacia delante, boca abierta, belfos resoplantes, y la cola anudada para no estorbar el galope, detalles que nos recuerdan a los caballos de terracota de la tumba del emperador Ch’in Shih Huang Ti (259-210 a.C.). Este caballo lleva además gualdrapas ornamentadas, albarda, silla y riendas. El artista ha sabido captar magistralmente no sólo la forma del animal, sino también la postura en la que se encuentra, con una pata delantera levantada y la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo.

Muy similar a este, se presentó otro caballo de la Dinastía Tang (desenterrado en Luoyang, provincia de Henan), en el Museo Guggenheim de Bilbao, durante la exposición de 1998: “China, 5.000 años”.

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