Después de haber abandonado voluntariamente el palacio real de su
padre y de haberse separado de su mujer y de su hijo, el príncipe
Siddhârtha Gautama -el Buda- se retiró al bosque para meditar sobre la
condición humana, sus desgracias, sus dolores, sus malestares, e
intentar encontrar remedio para ellos. Sus reflexiones le condujeron a
comprender la causa esencial de los sufrimientos del hombre, la causa de
la migración del alma humana a través de múltiples encarnaciones. Ya
sólo le faltaba estructurar su razonamiento antes de volverlo accesible
para todos los hombres y para demostrar que el deseo desencadena
las causalidades, las cuales mantienen el ciclo indefinido de los
renacimientos.
Entonces se sentó bajo el árbol de la Sabiduría. Pero
inmediatamente fue asaltado por los ejércitos de un dios temible, Kâma,
Amor, también llamado Mâra, Muerte, el cual
pretendía conservar su imperio. Por su actitud impasible, por el valor
inapelable de su concepción, el Buda Sakyamuni salió vencedor de esta
primera confrontación con el que podemos considerar como el Demonio.
La imagen de Buda que aquí presentamos guarda una gran similitud con
la más conocida del colosal Buda de Kamakura (Japón), como se aprecia
por el manto monacal -con idénticos pliegues-, el pecho, la posición
de las manos, el pedestal sobre el que ambos están asentados, etc. Los
lóbulos de las orejas alargados son símbolo de Sabiduría (capacidad
de escuchar), y el círculo en el entrecejo simboliza la iluminación. |