La preponderancia del sacerdote en la estructura de poder de la
civilización maya la confirma el cronista Diego López de Cogolludo
cuando afirma: «Los sacerdotes eran tenidos por señores, cabezas y
superiores a todos, y eran los que castigaban y premiaban, obedecidos
con gran esmero».Su campo de acción rebasaba el meramente religioso, y
abarcaba el político y social.
En lo más alto de la organización sacerdotal se encontraba el Halach
Uinic («Hombre Verdadero»). Bajo su dependencia estaban los
sacerdotes principales, llamados Ah Kin Mai, que enseñaban la
escritura jeroglífica a los novicios, las ceremonias para la cura de
enfermedades, los cómputos calendáricos, adivinación, y el ciclo
ritualístico.
La gran ornamenta y plumaje del personaje representado en este
relieve denotan claramente que se trata de un sacerdote de alto rango,
probablemente un Halach Uinic. Su cara muestra el típico
perfil maya: frente huyente, ojos en forma de almendra, nariz alargada,
caimiento del labio inferior, y mentón ligeramente caído. La actitud
de su cuerpo y la posición de sus manos permiten deducir que está
hablando o enseñando algo, o quizá, podríamos decir hoy, predicando.
En la parte inferior derecha hay varios
jeroglíficos que indican alguna fecha. Para los mayas el tiempo
constituyó motivo de interés absorbente, llegando a considerar los
días divinos de por sí; es decir, el período de tiempo de un día era
por sí mismo considerado un dios. Hay numerosos monumentos, estelas y
jeroglíficos mayas que tratan exclusivamente sobre el paso del tiempo.
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