La civilización azteca (1325-1520 d.C.) es la más tardía de todas
las civilizaciones precolombinas. Sucesores de los toltecas (tolteca
significa «maestro artesano»), los aztecas desarrollaron un arte de
una gran riqueza y originalidad. La vocación religiosa y guerrera
de los aztecas fue en buena parte la causa de que en dos siglos se
hicieran dueños de la mayor parte de México y ensancharan los límites
de su imperio hasta la actual Guatemala.
La versión más antigua del mito de Quetzalcoatl es de origen
tolteca, y encierra enseñanzas fundamentales sobre la concepción del
hombre como ser cósmico. Según el mito, Quetzalcoatl fue un rey de una
pureza absoluta hasta el día en que cediendo a las presiones de malos
consejeros se embriagó y realizó el acto carnal con la bella
Quetzalpetatl; trastornado por lo que él consideraba el más horrible
de los pecados (la perpetuación de la vida terrestre), se aplicó un
castigo ejemplar: abandonó su reino bien amado y se arrojó al fuego;
cuando su cuerpo se hubo quemado, su corazón se elevó hacia el cielo
donde se transformó en el planeta Venus.
A Quetzalcoatl se le asocia a la imagen de la serpiente
emplumada. En el idioma nahuatl quetzal significa ave, y coatl
serpiente. El ave-serpiente, que aparece por lo general como una
serpiente con plumas, simboliza la dualidad de la naturaleza
humana. El ave, las plumas, simbolizan el Cielo, lo espiritual; la
serpiente simboliza la Tierra, lo material. Y entre ambos
elementos se produce lo que los toltecas llamaban «la guerra florida»,
que está representada en el mito de Quetzalcoatl.
La «guerra florida» significaba para los toltecas «hacer que tu
corazón florezca», indicando la posibilidad de hacer brotar aquello
que potencialmente se encuentra en el órgano que corresponde al centro
del hombre -el corazón-, en donde reside la vida, símbolo del quinto
Sol, el Sol del movimiento. Hacer que un corazón florezca significa
hacer brotar un alma, o tomar conciencia plena de su existencia.
Pero de igual forma que en la naturaleza se requiere de tiempo y
vencer obstáculos para producir una flor, el hombre sólo puede
florecer si gana su guerra, que no es una lucha contra un enemigo
externo, sino una lucha interior por la conquista de su propio Yo.
La
obra que aquí presentamos es un ejemplar del arte azteca encontrado en
el valle de México. Representa a ese hombre-dios que fue Quetzalcoatl
recogido sobre sí mismo en posición fetal, preparado para nacer en el
mundo de lo inmaterial. La cabeza del hombre emerge de las
fauces de la cabeza de serpiente, que parece servirle de casco.
Todo él está rodeado por la serpiente emplumada, con unas plumas en
forma de llamas de fuego, elemento de purificación. |