Fotografia de la Pieza  

Máscara

funeraria

azteca II

 

Méjico.

Civilización azteca.

Siglos XIV-XV.

 

Diámetro: 23, prof.: 5

 

Marmol-Bronce

120 €

 

En la América precolombina el culto a los muertos estaba muy desarrollado, y se rendía especial homenaje a los ancestros familiares.Un complejo ceremonial funerario aseguraba el renacimiento del difunto en el más allá, no siendo la muerte para ellos más que una etapa en el Camino de la Vida.

Los aztecas practicaban dos tipos de rituales funerarios: la incineración y el embalsamiento, este último restringido a las personalidades importantes, incluyendo a los reyes y sacerdotes.  Para el embalsamamiento, los cadáveres eran sometidos a un complejo tratamiento de momificación que aseguraba el perfecto estado del cuerpo a pesar del tiempo y de la acción de los agentes destructores. Los cuerpos eran colocados en posición fetal, es decir, con las rodillas replegadas y la espalda y la cabeza encogidas sobre éstas, en tumbas cavadas en la tierra que, convertida en matriz, llevaba al muerto como si fuera un niño que va a nacer.El cuerpo y la cabeza, así colocados, estaban envueltos en diversas capas de tela blanca de algodón recubierto con posteriores capas de telas decoradas, algunas incluso ornamentadas con plumas, y todo el fardo funerario colocado en un pequeño cesto; sobre todo él se fijaba la máscara funeraria, simbolizando el auténtico rostro que el difunto presentaría en el más allá.

Estas máscaras funerarias, con ojos muy abiertos, que expresaban el nacimiento a la otra vida, confirman la creencia de estos pueblos en la inmortalidad, y daban al candidato la fuerza necesaria para marchar seguro hacia lo desconocido y divino.  Asimismo, resumía el Ser Verdadero e imperecedero, preparándose de forma consciente para el renacimiento.

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