Fotografia de la Pieza  

Jugador

de pelota

 

Arte maya.

Disco de Chincultic.

Año 591 d.C.

Museo Nacional de

Antropología de Méjico.

 

Diámetro:29 cm, prof.: 2

 

Basalto-Mármol

75 €

 

Cobre-Bronce

-Zirconio

150 €

 

Esta pieza es un disco marcador que constituía el detalle central de un altar en la ciudad maya de Chincultic (Chiapas).Es notable la gran fuerza dinámica que el escultor maya ha logrado en esta obra que representa a un jugador de pelota, al que vemos con sus atavíos ceremoniales de competición golpeando una pelota con su cadera; a la vez confronta o compara dos tablillas, que quizá sean los marcadores donde se refleje el resultado del juego, o quizá dos profecías, como ha escrito algún estudioso.

Este juego, al que los aztecas designaban con la palabra tlaxtli, derivada probablemente de la tolteca teutlachtli («campo de los dioses»), era un juego ritual entre dos equipos que intentaban pasar una bola de caucho por un aro situado en la mitad del terreno de juego.  No podían golpear con manos ni pies y sí con hombros, pantorrillas o cadera, como vemos en el relieve.  Si bien diversos historiadores, antropólogos y otros especialistas han venido midiendo y describiendo las característi­cas principales de este juego, no obstante, son pocos los estudios realizados sobre el simbolismo de este aparente "deporte" precolombino.

Las escasas fuentes que nos dan noticias sobre el juego de pelota son el Popol Vuh y los restos de antiguos códices, siendo quizá el campo de juego de pelota de Copán en Honduras el que más elementos simbólicos aporta. En los bancos laterales del Patio Monumental del juego de pelota de Copán se hallan empotradas seis estatuas de guacama­yas alineadas, tres en el rumbo oriental y tres en el occidental; la línea del paralelo, esto es, la del paso del astro por el zenit, cruza de este a oeste el centro del patio simbolizando «el camino del Sol»; y la pelota, símbolo del Sol, completa con las seis guacamayas el simbolismo del Dios-Siete.

El Popol Vuh establece un paralelo entre los jugadores y los dioses solares, que desde los ángulos del Universo -usando la terminología del Chilam Balam- se convocan en el centro, en este caso el patio de juego. Durante la partida de juego visten sus resplandecientes atavíos de gala, esto es, lucen sus insignias de Dioses solares.

Las pruebas, proezas y juegos de pelota del dios Hunahpú llenan las páginas del Popol Vuh de enseñanzas éticas, debiendo haber sido un gran Maestro del pueblo maya-quiché, deificado después de su muerte, como lo fueron Quetzalcoatl y Huitzilopochtli en Tenochtitlán, Osiris en Egipto, Perséfone en Grecia o Jesús en el mundo cristiano.

El código de Hunahpú soluciona de manera sabia los problemas de la convivencia de los hombres, y sus doctrinas inmutables perduran en la conciencia del indígena como viejas y ancestrales costumbres que enseñan a respetar las sagradas reglas del juego de la vida cósmica, simbolizadas en el juego de la pelota.

© Taller HORUS