Huehueteotl significa literalmente «el más viejo de los viejos
dioses», y es el dios del Fuego. Prueban su antigüedad algunas
figurillas de este dios que se recogieron al desecarse la laguna de
Texcoco, en un lugar que había estado cubierto por el agua desde que
había recuerdo humano, y en El Pedregal, debajo de la lava del cercano
volcán Xitli, cuya última erupción, según algunos geólogos, tenía
que haber ocurrido centenares de años antes de la era cristiana.
Huehueteotl era también llamado Ixcozauhqui, que significa
«Cariamarillo»; Xiuhtecutli, «Señor de los años y piedras
preciosas», y Cuezaltzin, «Llama de Fuego».
Según narra Fray Bernardino de Sahagún: «Todos le tenían por
padre considerando los efectos que hacía, porque quema la llama,
enciende y abrasa, y estos son efectos que causan temor... ...Otros
efectos tiene que causan amor y reverencia, como es que calienta a los
que tienen frío y guisa las viandas para comer, asando, cociendo,
tostando y friendo». En el México azteca, el dios del Fuego
debió tener varios templos, siendo conocido el de Tenochtitlán.
Siempre aparece representado como un anciano demacrado, con muchas
arrugas en la cara y tez roja; a veces en la frente aletea una mariposa
como una llama. En esta pieza le vemos sentado y con un brasero
sobre la cabeza; alrededor de la figura, en la parte superior, una
especie de lengüetas alargadas representan las llamas del fuego.
En toda las culturas de la humanidad aparece el Fuego como un
elemento de gran trascendencia y simbolismo. En la India el dios del
Fuego era Agni, en Egipto Ptah, en Grecia Piromi, en Roma Vulcano.Los
alquimistas consideraban al Fuego como «agente de transformación». |