Como es generalmente admitido, la civilización maya se desarrolló
temporalmente a lo largo de tres períodos: período preclásico, que
comprende desde un origen desconocido situado más allá del tercer
milenio antes de nuestra era hasta el siglo III d.C.; período clásico,
desde el siglo III hasta el siglo X; y período postclásico, desde el
siglo X hasta la conquista. El estilo de esta pieza pertenece al final
del período clásico, al igual que otras muy semejantes, como por
ejemplo las estelas de la Gran Plaza de Copán, o la conocida estela nº
10 de Seibal, depositada en el Museo de la Universidad de Harvard.
Según afirma Diego de Landa en su obra Relación de las Cosas del
Yucatán (de 1566), y corrobora después el cronista del
siglo XVII Diego López de Cogolludo, los indios colocaban piedras
grabadas (estelas) encima de un altar, para marcar fechas importantes,
como el final de un katun (período de unos veinte años), o de
medio katun. Téngase en cuenta que los mayas consideraban el
tiempo como algo divino, y rendían culto como a dioses a los diferentes
períodos de tiempo. En los libros de Chilam-Balam se encuentran
anotadas al final de ciertos katunes, expresiones como ésta: «Se
tomó piedra», o «No se tomó piedra», donde tomar
significa aquí levantar, erigir estelas. Las estelas de la región de
El Petén están labradas en bloques de piedra de poco espesor -con o
sin inscripciones en el dorso y en los bordes- y con un relieve,
generalmente una sola figura, en el frente. Las figuras están talladas
con muy poco relieve; las más antiguas son sólo siluetas que se han
marcado en la piedra, excavando el fondo algo más de un centímetro.
Poco a poco consiguen relieve y algo de bulto, al situar partes más
salientes, en niveles superiores; pero nunca puede decirse que lleguen a
ser altorrelieves. Encontramos aquí el lento proceso de libertarse la
figura del bloque de piedra, que también observamos en las estelas
funerarias griegasarcaicas. En los relieves de las estelas de la región
de El Petén se cumplen también las fundamentales leyes de evolución
de todas las artes primitivas.
La estela que aquí vemos representa a una figura ricamente vestida.
Todos los detalles sobre el personaje están probablemente explicados en
los jeroglíficos que se encuentran a ambos lados y en la parte superior
de la misma.No obstante, podemos deducir que se trata de un
sacerdote-rey, por la exuberancia de su indumentaria. Las funciones
políticas y religiosas estuvieron estrechamente relacionadas en la
civilización maya, de forma que los reyes y los príncipes tenían
sacerdotes que eran sus consejeros, y además, generalmente ellos mismos
eran sacerdotes.
El personaje lleva en su cabeza un gran penacho con plumas y diversos
elementos simbólicos, entre los que llama la atención un rostro de
perfil justo encima del suyo propio. En su mano derecha lleva un animal
posiblemente como ofrenda a alguna divinidad. En su pecho una máscara
de rostro humano, y el dios de la lluvia Chac parece estar simbolizado
en el centro de su falda, de la que cuelga un rabo de felino. También
lleva grandes brazaletes, tobilleras, y otros ornamentos.
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